Archivo de abril de 2020

Lectura diaria de la Biblia

lunes, 20 de abril de 2020

20 de abril 2020 – lunes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: (Nacer de agua y de espíritu) La valentía de anunciar a Jesucristo nos distingue del simple proselitismo. El verdadero protagonista es el Espíritu Santo. Cuando Jesús habla de “nacer de nuevo”, nos hace entender que es el Espíritu el que nos cambia, el que viene de cualquier parte, como el viento: escuchemos su voz. ¡Pero mira que valiente, la decisión que tomó, mira como organizó este las cosas, ¡qué bueno! Si no está el Espíritu, podemos hacer muchas cosas, mucho trabajo, pero no sirve de nada (13-4-2015).

Había un hombre del grupo de los fariseos llamado Nicodemo, jefe judío. Éste fue a ver a Jesús de noche y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como Maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él. Jesús le contestó: En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le pregunta: ¿Cómo puede nacer un hombre, siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer?. Jesús le contestó: En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: “Tenéis que nacer de nuevo”; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del espíritu.

Hechos 4, 23-31; Salmo 2, 1-9 . Juan 3, 1-8

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domingo, 19 de abril de 2020

19 de abril 2020 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

DOMINGO II DE PASCUA

Papa Francisco: El evangelio de hoy narra que el día de Pascua Jesús se aparece por la tarde a sus discípulos en el Cenáculo, llevando tres dones: la paz, la alegría y la misión apostólica. 1. La paz. Sus primeras palabras son: La paz con vosotros. El Señor Resucitado trae auténtica paz, porque a través de su sacrificio en la cruz ha cumplido la reconciliación entre Dios y la humanidad y ha vencido al pecado y a la muerte. Jesús se presenta vivo en medio de ellos y mostrando sus llagas –Jesús quiso conservar sus llagas- en el cuerpo glorioso, de la paz como fruto de su victoria. Pero esa tarde no estaba presente el apóstol Tomás, informado de este hecho extraordinario, él, incrédulo, pretende verificar personalmente la verdad de lo que afirman. Ocho días después, tal como hoy, se repite la aparición: Jesús sale al encuentro de la incredulidad de Tomás invitándole a tocar sus llagas. Constituyen la fuente de la paz, porque son el signo del amor inmenso de Jesús, que derrotó a las fuerzas hostiles contra el hombre, es decir, el pecado, el mal y la muerte. 2. La alegría: Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Cuando nos pasa algo increíble demasiado bonito, nos sale de dentro decir: ¡No me lo puedo creer! Los discípulos no podían creer de tanta alegría. Y esa es la alegría que nos da Jesús. Si estás triste, mira a Jesús crucificado y resucitado, mira sus llagas y toma esta alegría. 3. La misión. Jesús da a sus discípulos una nueva misión: Como el Padre me envió, también yo os envío. La resurrección de Jesús es el inicio de un nuevo dinamismo de amor capaz de transformar el mundo con la presencia del Espíritu Santo. En este segundo domingo de Pascua, estamos invitados a acercarnos a Cristo con fe, abriendo nuestros corazones a la paz, a la alegría y a la misión, pero no olvidemos las llagas de Jesús (28-4-2019).

Hechos 2, 42-47: Los hermanos perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones. Todo el mundo estaba impresionado, y los apóstoles hacían muchos prodigios y signos. Los creyentes vivían todos unidos y tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno. Con perseverancia acudían a diario al templo con un mismo espíritu, partían el pan en las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón; alababan a Dios y eran bien vistos de todo el pueblo; y día tras día el Señor iba agregando al grupo los que se iban salvando.

Salmo 117, 2-4.13-15.22-24: Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

1Pedro 1, 3-9: Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que por su gran misericordia, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha regenerado para una esperanza viva; para una herencia incorruptible, intachable e inmarcesible, reservada en el cielo a vosotros, que, mediante la fe, estáis protegidos con la fuerza de Dios; para una salvación dispuesta a revelarse en el momento final. Por ellos os alegráis, aunque ahora sea preciso padecer un poco en pruebas diversas: así la autenticidad de vuestra fe, más preciosa que el oro, que, aunque es perecedero, se aquilata a fuego, merecerá premio, gloria y honor en la revelación de Jesucristo; Sin haberlo visto lo amáis y, sin contemplarlo todavía, creéis en él y así os alegráis con un gozo inefable y radiante, alcanzando así la meta de vuestra fe: la salvación de vuestras almas.

Juan 20, 19-31: Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puestas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo; a quien les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos. Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: Hemos visto al Señor. Pero él les contestó: Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo. A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Contestó Tomás: ¡Señor mío y Dios mío!. Jesús le dijo: ¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto. Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

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sábado, 18 de abril de 2020

18 de abril de 2020 – sábado. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: El anuncio que desde los primeros tiempos de los cristianos iba de boca en boca, era el saludo: El Señor ha resucitado. Y las mujeres, que fueron a ungir el cuerpo del Señor, se encontraron frente a una sorpresa. Los anuncios de Dios son siempre sorpresa, porque nuestro Dios es el Dios de las sorpresas. Para decirlo con el lenguaje de los jóvenes: la sorpresa es un golpe bajo; tú no te lo esperas. Y Él va y te conmueve. Y yo, ¿qué? ¿Tengo el corazón abierto a las sorpresas de Dios? ¿Soy capaz de ir deprisa, o siempre con esa cantinela, “veré mañana, mañana”? ¿Qué me dice a mí la sorpresa? (1-4-2018).

Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando. Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron. Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando al campo. También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron. Por último, se apareció Jesús a los once, cuando estaban en la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.

Hechos 4, 13-21; Salmo 117, 1.14-21 . Marcos 16, 9-15

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viernes, 17 de abril de 2020

17 de abril 2020 – viernes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: Celebrar la Pascua es dejar que Jesús venza esa pusilánime actitud que tantas veces nos rodea e intenta sepultar todo tipo de esperanza. Es invitación a romper las rutinas, renovar nuestra vida, nuestras opciones y nuestra existencia. ¿Queremos tomar parte de este anuncio de vida o seguiremos enmudecidos ante los acontecimientos? ¡No está aquí: ha resucitado! Y te espera en Galilea, te invita a volver al tiempo y al lugar del primer amor y decirte: No tengas miedo, sígueme (31-3-2018).

Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera. Estaban juntos Simón Pedro les dice: (a Tomás, Natanael, los Zebedeos y dos más): Me voy a pescar. Ellos contestan: Vamos también nosotros contigo. Salieron y se embarcaron; y aquella noche no pescaron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: Muchachos, ¿tenéis pescado?. Ellos contestaron: No. Él les dice: Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis. La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro: Es el Señor. Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos (unos 84 metros), remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: Traed de los peces que acabáis de pescar. Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: Vamos, almorzad. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quien era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.

Hechos 4, 1-12; Salmo 117, 1-4.22-27a . Juan 21, 2-14

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jueves, 16 de abril de 2020

16 de abril 2020 – jueves. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: En ciertos lugares, la Pascua se llama también Pascua florida, porque florece el Cristo resucitado: es la flor nueva; florece nuestra justificación; florece la santidad de la Iglesia. Por eso, muchas flores: es nuestra alegría. Toda la semana festejamos la Pascua. Que nuestra vida florezca siempre así, como la Pascua, con las flores de la esperanza, de la fe, de las buenas obras. Que nosotros encontremos siempre la fuerza para esto en la Eucaristía, en la unión con Jesús (4-4-2018).

Los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y como lo habían reconocido al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice: Paz a vosotros. Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Él les dijo: ¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo. Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: ¿Tenéis ahí algo de comer? Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los profetas y Salmos acerca de mí. Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y les dijo: Así estaba escrito: El Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.

Hechos 3, 11-26; Salmo 8, 2a.5-9 . Lucas 24, 35-48

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miércoles, 15 de abril de 2020

15 de abril 2020 – miércoles. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: Emaús se convierte en símbolo de nuestro camino de fe: Las Escrituras y la Eucaristía son los elementos indispensables para el encuentro con el Señor. También nosotros llegamos a menudo a la misa dominical con nuestras preocupaciones, nuestras dificultades y desilusiones… La vida a veces nos hiere y nos marchamos tristes, hacia nuestro Emaús, dando la espalda al proyecto de Dios. Pero nos acoge la Liturgia de la Palabra: Jesús nos explica las Escrituras y vuelve a encender nuestros corazones el calor de la fe y de la esperanza, y en la comunión nos da fuerza. Palabra de Dios, Eucaristía. Leer cada día un pasaje del Evangelio, y los domingos ir a recibir la comunión, recibir a Jesús. Así sucedió con los discípulos de Emaús: acogieron la Palabra; compartieron la fracción del pan, y, de tristes y derrotados como se sentían, pasaron a estar alegres (4-5-2014).

Aquel mismo día, el primero de la semana, dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios (unos 11 Km) iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo: ¿qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?. Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabe lo que ha pasado allí estos días?. Él les preguntó: “¿Qué?”. Ellos contestaron: “Lo de Jesús el Nazareno”, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron a los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron. Entonces él les dijo: ¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?. Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas la Escrituras. Llegaron cerca de la aldea adonde iban, y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos le apremiaron, diciendo: Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída. Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista. Y se dijeron el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?. Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón. Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Hechos 3, 1-10; Salmo 104, 1-4.6-9 . Lucas 24, 13-35

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martes, 14 de abril de 2020

14 de abril 2020 – martes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: A las mujeres que habían ido al sepulcro, al amanecer del primer día después del sábado, les dijeron los ángeles: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado”. La resurrección de Cristo constituye el acontecimiento más sorprendente de la historia humana, que atestigua la victoria del amor de Dios sobre el pecado y sobre la muerte, y da a nuestra esperanza de vida un fundamento tan sólido como la roca. Lo que humanamente era impensable ha sucedido. A Jesús de Nazaret (…) Dios lo ha resucitado liberándolo de los dolores del muerte” (22-4-2019).

Estaba María (Magdalena) fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: Mujer, ¿por qué lloras?. Ella les contesta: Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto. Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?. Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: Señor, si tú te lo has llevado, dime donde lo has puesto y yo lo recogeré. Jesús le dice: ¡María!. Ella se vuelve y le dice: ¡Rabboni!, que significa ¡Maestro!. Jesús le dice: No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”. María Magdalena fue y anunció a los discípulos: He visto al Señor y ha dicho esto.

Hechos 2, 36-41; Salmo 32, 4-5.18-22 . Juan 20, 11-18

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lunes, 13 de abril de 2020

13 de abril 2020 – lunes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: Hoy durante toda esta semana se prolonga en la liturgia la alegría pascual de la resurrección de Jesús, cuyo evento admirable conmemoramos ayer. Durante la vigilia pascual resonaron las palabras pronunciadas por los ángeles junto a la tumba vacía de Cristo. Es este “lunes del ángel”, la liturgia con el Evangelio de Mateo nos lleva al sepulcro vacío de Jesús. Nos hará bien ir con el pensamiento al sepulcro vacío de Jesús. Las mujeres, llenas de temor y de alegría, iban corriendo a llevar la noticia a los discípulos de que el sepulcro estaba vacío y en ese momento, Jesús se presenta ante ellas. Ellas “se le acercaron, le abrazaron los pies y le adoraron”. Lo tocaron, no era un fantasma, era Jesús vivo, de carne y hueso (22-4-2019).

Las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: Alegraos. Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él. Jesús les dijo: No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán. Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles: Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros. Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.

Hechos 2, 14.22-33; Salmo 15, 1b-2a.5.7-11 . Mateo 28, 8-15

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domingo, 12 de abril de 2020

12 de abril 2020 – Domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR

Papa Francisco: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?; ¿por pensáis que todo es inútil, que nadie puede remover vuestras piedras? ¿Por qué os entregáis a la resignación o al fracaso? La Pascua, hermanos y hermanas, es la fiesta de la remoción de las piedras. Dios quita las piedras más duras, contra las que se estrellan las esperanzas y las expectativas: la muerte, el pecado, el miedo, la mundanidad. La historia humana no termina ante una piedra sepulcral, porque hoy descubre la piedra viva: Jesús resucitado. Nosotros, como Iglesia, estamos fundados en Él, e incluso cuando nos desanimamos, cuando sentimos la tentación de juzgarlo todo en base a nuestros fracasos, Él viene para hacerlo todo nuevo, para remover nuestras decepciones. Cada uno de nosotros está llamado a descubrir en el que está Vivo a Aquel que remueve las piedras más pesadas del corazón. Preguntémonos, antes de nada: ¿cuál es la piedra que tengo que remover en mí, cómo se llama esta piedra? A menudo la esperanza se ve obstaculizada por la piedra de la desconfianza. Cuando se afianza la idea de que todo va mal y de que, en el peor de los casos, no termina nunca, llegamos a creer con resignación que la muerte es más fuerte que la vida y nos convertimos en personas cínicas y burlonas, portadoras de un nocivo desaliento. Piedra sobre piedra, construimos dentro de nosotros un monumento a la insatisfacción, el sepulcro de la esperanza. Quejándonos de la vida, hacemos que la vida acabe siendo esclava de las quejas y espiritualmente enferma. Se va abriendo paso así una especie de psicología del sepulcro: todo termina allí, sin esperanza de salir con vida. Esta es, sin embargo, la pregunta hiriente de la Pascua: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? El Señor no vive en la resignación. Ha resucitado, no está allí; no lo busquéis donde nunca lo encontraréis: no es Dios de muertos, sino de vivos ¡No enterréis la esperanza! Hay una segunda piedra que a menudo sella el corazón: la piedra del pecado. El pecado seduce, promete cosas fáciles e inmediatas, bienestar y éxito, pero luego deja dentro soledad y muerte. El pecado es buscar la vida entre los muertos, el sentido de la vida en las cosas que pasan. ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? ¿Por qué no te decides a dejar ese pecado que, como una piedra en la entrada del corazón, impide que la luz divina entre? ¿Por qué no pones a Jesús, luz verdadera, por encima de los destellos brillantes del dinero, de la carrera, del orgullo y del placer? ¿Por qué no le dices a las vanidades mundanas que no vives para ellas, sino para el Señor de la vida? La Pascua nos enseña que el creyente se detiene por poco tiempo en el cementerio, porque está llamado a caminar al encuentro del que Vive. Preguntémonos: en mi vida, ¿hacia dónde camino? Queridos hermanos y hermanas, démosle al que Vive el lugar central en la vida. Pidamos la gracia de no dejarnos llevar por la corriente, por el mar de los problemas; de no ir a golpearnos con las piedras del pecado y los escollos de la desconfianza y el miedo. Busquémoslo a Él, dejémonos buscar por Él, busquémoslo a Él en todo y por encima de todo. Y con Él resucitaremos (20-4-2019).

VIGILIA PASCUAL EN LA NOCHE SANTA

Génesis 1, 1-2, 2: Vio Dios todo lo que había hecho: y era muy bueno.
Génesis 22, 1-18: El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe.
Éxodo 14, 15-15, 1: Los hijos de Israel entraron en medio del mar, por lo seco.
Isaías 54, 5-14: Con amor eterno te quiere el Señor, tu libertador.
Isaías 55, 1-11: Venid a mí y viviréis. Sellaré con vosotros una alianza perpetua.
Baruc 3, 9-15.32-4, 4: Camina al resplandor del Señor.
Ezequiel 36, 16-28: Derramaré sobre vosotros un agua pura, y os daré un corazón nuevo.

Romanos 6, 3-11: Cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados en su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, lo mismo que Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva. Pues, si hemos sido incorporados a él en una muerte como la suya, lo seremos también en una resurrección como la suya; sabiendo que nuestro hombre viejo fue crucificado con Cristo, para que fuera destruido el cuerpo de pecado, y, de este modo, nosotros dejáramos de servir al pecado; porque quien muere ha quedado libre del pecado. Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Porque quien ha muerto, ha muerto al pecado de una vez para siempre; y quien vive, vive para Dios. Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.

Salmo 117, 1-: 16-17.22-23: Aleluya, Aleluya, Aleluya.

Mateo 28, 1-10: Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María la Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos. El ángel habló a las mujeres: vosotras no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: ¡HA RESUCITADO!, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id a prisa a decir a sus discípulos: “Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis”. Mirad, os lo he anunciado. Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: ALEGRAOS. Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él. Jesús les dijo: No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.

MISA DEL DÍA DE PASCUA

Hechos 10, 34a.37-43: Pedro tomó la palabra y dijo: Vosotros conocéis lo que sucedió en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la tierra de los judíos y en Jerusalén. A este lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió la gracia de manifestarse, no a todo el pueblo, sino a los testigos designados por Dios: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección de entre los muertos. Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. De él dan testimonio todos los profetas: que todos los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados.

Salmo 117, 1-2.16-17.22-23: Este es el día que hizo el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.

Colosenses 3, 1-4: Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos, juntamente con él.

Juan 20, 1-9: El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto. Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los tendidos; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

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sábado, 11 de abril de 2020

11 de abril 2020 – sábado. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

SABADO SANTO DE LA SEPULTURA DEL SEÑOR

Papa Francisco: Con su humillación, Jesús quiso abrirnos el camino de la fe y precedernos en él. Tras él, la primera que lo ha recorrido fue su madre, María, la primera discípula. La Virgen y los santos han tenido que sufrir para caminar en la fe y en la voluntad de Dios. Ante los duros y dolorosos acontecimientos de la vida, responder con fe cuesta una particular fatiga del corazón. (San Juan Pablo II). Es la noche de la fe. Pero solo de esta noche despunta el alba de la resurrección. Al pie de la cruz, María volvió a pensar en las palabras con las que el Ángel le anunció a su Hijo: Será grande (…); el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. En el Gólgota, María se enfrenta a la negación total de esa promesa: su Hijo agoniza sobre una cruz como un criminal. Así, el triunfalismo, destruido por la humillación de Jesús, fue igualmente destruido en el corazón de la Madre; ambos supieron callar. La mansedumbre del silencio hará que parezcamos aún más débiles, más humillados, y entonces el demonio, animándose, saldrá a la luz. Será necesario resistirlo en silencio, “manteniendo la posición”, pero con la misma actitud que Jesús. Él sabe que la guerra es entre Dios y el Príncipe de este mundo, y que no se trata de poner la mano en la espalda, sino de mantener la calma, firme en la fe. Es la hora de Dios. Y en la hora en que Dios baja a la batalla, hay que dejarlo hacer. Nuestro puesto seguro estará bajo el manto de la Santa Madre de Dios. Y mientras esperamos que el Señor venga y calme la tormenta, con nuestro silencioso testimonio en oración, nos damos a nosotros mismos, y a los demás, razón de nuestra esperanza. Esto nos ayudará a vivir en la santa tensión entre la memoria de las promesas, la realidad del ensañamiento presente en la cruz y la esperanza de la resurrección (14-4-2019).