Archivo de febrero de 2009

Lectura diaria de la Biblia

jueves, 26 de febrero de 2009

28 de febrero 2009 – Sábado

 

Lucas 5,27-32

En aquel tiempo, Jesús vio a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: Sígueme. Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Los fariseos y los escribas dijeron a sus discípulos, criticándolos: ¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores? Jesús les replicó: No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan. 

Lectura diaria de la Biblia

jueves, 26 de febrero de 2009

27 de febrero 2009 – Viernes

 

Mateo 9,14-15

En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan? Jesús les dijo: ¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán. 

Lectura diaria de la Biblia

jueves, 26 de febrero de 2009

26 de febrero 2009 – Jueves

 

Lucas 9,22-25

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día. Y, dirigiéndose a todos, dijo: El que quiera seguirme, que se niegue a si mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo? 

Lectura diaria de la Biblia

miércoles, 25 de febrero de 2009

25 de febrero 2009 – Miércoles

 

Marcos 6,1-16-18

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en secreto te lo pagará. Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes le gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara,  para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido: y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.

Lectura diaria de la Biblia

martes, 24 de febrero de 2009

24 de febrero 2009 – Martes

 

Marcos 9,30-37

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon del monte y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: el Hijo del Hombre va  a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará. Pero no entendían aquello y les daba miedo preguntarlo. Llegaron a Cafarnaún, y una vez en casa, les preguntó: ¿De qué discutíais por el camino? Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quien era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo: Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos. Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.

Lectura diaria de la Biblia

lunes, 23 de febrero de 2009

23 de febrero 2009 – Lunes

 

Marcos 9,14-29

En aquel tiempo, cuando Jesús hubo bajado del monte, al llegar a donde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor, y a unos escribas discutiendo con ellos. Al ver a Jesús, la gente se sorprendió, y corrió a saludarlo. Él les pregunto: ¿De qué discutís? Uno le contestó: Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no le deja hablar; y cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. He pedido a tus discípulos que lo echen, y no han sido capaces. Él les contestó: ¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo. Se lo llevaron. El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; cayó por tierra y se revolcaba echando espumarajos. Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le pasó esto? Contestó él: Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y el agua para acabar con él. Si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos. Jesús replicó: ¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe. Entonces el padre del muchacho gritó: Tengo fe, pero dudo, ayúdame. Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo: Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: vete y no vuelvas a entrar en él. Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió. El niño se quedó como un cadáver, de modo que la multitud decía que estaba muerto. Pero Jesús lo levantó cogiéndolo de la mano, y el niño se puso en pie. Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas: ¿Por qué no pudimos echarlo nosotros? Él les respondió: Está especie sólo puede salir con oración y ayuno. 

Pavor en el campo (la caza)

domingo, 22 de febrero de 2009


                         En su origen estas muertes creaban vida.

¿Tiene en la actualidad sentido?

Hoy que pienso en escribir

No me mires al semblante

Ni me pidas que yo esté alegre

Viendo carreras y sangre.

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De la caza quiero hablarte

De costumbres ancestrales

De hombres con gran pasión

Y de animales salvajes.

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                           ¿Por qué me persigues? Dice la liebre

¿Por qué quebrantas mi sueño?

¿Por qué nos azuzas tus galgos?

¿Qué mal a ti te hemos hecho?

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                                    Huye la pieza asustada

No encuentra como escaparse

Mientras miro por lo insólito

Se me hiela hasta la sangre.

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Ha empezado la danza

Los perros luchan a muerte

Sus dueños quieren tener

Los trofeos y piden suerte.

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Ladran los perros sedientos

No por ello son salvajes

Solo quieren morder sus dientes

Y matar sin hacer sangre.

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No buscas el cuerpo a cuerpo. Dice el jabalí

Sabes bien que perderías

Te vales de cualquier medio

Y le llamas cacería.

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Armas de fuego, cepos, perros

Todo es lícito para ti

Lo importante es tu disfrute

No te importa mi sufrir. Dice el venao.

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Jauría, ralea, galgos, podencos

No importa como se nombre

Lo que importa es el número

De las cabezas que cogen.

Si echas la vista atrás

Recordarás con dolor

Cuando el hombre era cazado

Si escapaba del patrón.

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Imagen desgarradora

Me atormenta si recuerdo

Cuando veo a hermanos míos

Perseguidos por los perros.

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Quieren otros que yo olvide

Por tratarse de otro rango

Las escopetas y rifles

Como si no hicieran daño.

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Se ocultan entre maleza

Mirando en contra del aire

Cuando encañonan la pieza

Ya no hay nada que la salve.

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No me salvaron la vida mis quince puntas

Hasta hoy me dieron suerte

Mas si otra punta certera mi cuello apunta

Lo quiera yo o no lo quiera me trae la muerte.

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Aunque así lo piensen todos

Incluso los cazadores

Seguirá la caza, seguirá la muerte

Y especies sin culpa alguna

No disfrutarán de suerte.

Autor: Diego Caballero
info@ablg.es
Madrid
  

 

 

 

Lectura diaria de la Biblia

domingo, 22 de febrero de 2009

22 de febrero 2009 – Domingo

 

Isaías 43,18-19.21-22.24b-25

Así dice el Señor: No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? Abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo, para apagar la sed del pueblo que yo formé, para que proclamara mi alabanza. Pero tú no me invocabas, Jacob, ni te esforzabas por mí, Israel; me avasallabas con tus pecados y me cansabas con tus culpas. Yo, yo era quien por mi cuenta borraba tus crímenes y no me acordaba de tus pecados.

 

Salmo 40 Sáname, Señor porque he pecado contra ti.

 

2Corintios 1,18-22

Hermanos: ¡Dios me es testigo! La palabra que os dirigimos no fue primero si y luego no. Cristo Jesús, el Hijo de Dios, el que Silvano, Timoteo y yo os hemos anunciado, no fue primero si y luego no; en él todo se ha convertido en un si; en él todas las promesas han recibido un si. Y por él podemos responder: Amén a Dios, para gloria suya. Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros juntos con vosotros. Él nos ha ungido, él nos ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya el Espíritu.

 

Marcos 2,1-12

Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni en la puerta. Él les proponía la palabra. Llegaron cuatro llevando un paralítico y, como no podían meterlo, por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico: Hijo, tus pecados quedan perdonados. Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: ¿Por qué habla este así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados fuera de Dios? Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo: ¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico “tus pecados quedan perdonados” o decirle “levántate, coge la camilla y echa a andar”? Pues, para que veáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados… Entonces le dijo al paralítico: Contigo hablo: Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa. Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos, y daban gloria a Dios diciendo: Nunca hemos visto una cosa igual.

Lectura diaria dela Biblia

sábado, 21 de febrero de 2009

21 de febrero 2009 – Sábado

 

Marcos 9,2-3

En aquel tiempo, Jesús se llevo a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: Maestro, ¡que bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. Estaban asustados y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube: Éste es mi Hijo amado; escuchadlo. De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos. Esto se les quedó grabado y discutían qué querría decir aquello de resucitar de entre los muertos. Le preguntaron: ¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías? Les contestó él: Elías vendrá primero y lo restablecerá todo. Ahora, ¿por qué está escrito que el Hijo del Hombre tiene que padecer mucho y ser despreciado? Os digo que Elías ya he venido y han hecho con él lo que han querido, como estaba escrito.

Lectura diaria de la Biblia

viernes, 20 de febrero de 2009

20 de febrero 2009 – Viernes

 

Marcos 8,34-9,1

En aquel tiempo, Jesús llamó a la gente y a sus discípulos y les dijo: El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el evangelio, la salvará. Pues, ¿de que le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida? ¿O qué podrá dar uno para recobrarla? Quién se avergüence de mí y de mis palabras en esta época descreída y malvada, también el Hijo del Hombre se avergonzará de él cuando venga con la gloria de su Padre entre sus santos ángeles. Y añadió: Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto llegar el reino de Dios en toda su potencia.