Archivo de noviembre de 2008

Lectura diaria de la Biblia

domingo, 30 de noviembre de 2008

30 de noviembre 2008 – Domingo

 

 

Is 63, 16b-17; 64,1.2b-8: Tú, Señor, eres nuestro padre, tu nombre de siempre es Nuestro Redentor. Señor, ¿por qué nos extravías de tus caminos y endureces nuestro corazón para que no te tema? Vuélvete por amor a tus siervos y a las tribus de tu heredad. ¡Ojalá rasgases el cielo y bajases derritiendo los montes con tu presencia! Bajaste y los montes se derritieron con tu presencia. Jamás oído oyó ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por el que espera en él. Sales al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos. Estabas airado y nosotros fracasamos: aparta nuestras culpas y seremos salvos. Todos éramos impuros, nuestra justicia era un paño manchado; todos nos marchitábamos como follaje, nuestras culpas nos arrebatan como el viento. Nadie invocaba tu nombre ni se esforzaba por aferrarse a ti; pues nos ocultabas tu rostro y nos entregabas al poder de nuestra culpa. Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero; somos todos obra de tu mano.  

 

Sal 79, 2-3.15-16.18-19: Señor, Dios nuestro, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.

 

1Co 3-9: La gracia y la paz, de parte de Dios nuestro padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros. En mi acción de gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús. Pues por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber: porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo. De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de que acusaros en el tribunal de Jesucristo Señor Nuestro. Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo Señor Nuestro. ¡Y él es fiel!  
 

Marcos 13, 33-37: Dijo Jesús a sus discípulos: Mirad, vigilad: pues no sabéis cuando es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuando vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a media noche, o al canto del gallo, o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Velad!

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sábado, 29 de noviembre de 2008

29 de noviembre 2008 – Sábado

       

 

                                               No se os embote la mente con el vicio

                                                                                                                                         
Dijo Jesús a sus discípulos: Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.

 

Ap 22, 1-7; Sal 94, 1-7 . Lucas 21, 34-36

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viernes, 28 de noviembre de 2008

28 de noviembre 2008 – Viernes

       

 

                                                                Mis palabras no pasarán

                                                                                                                                         
Expuso Jesús una parábola a sus discípulos: Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que el verano está cerca. Pues, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. Os aseguro que antes que pase esta generación todo eso se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán.

 

Ap 20, 1-4.11-21; 2; Sal 83, 3-8 . Lucas 21, 29-33

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jueves, 27 de noviembre de 2008

27 de noviembre 2008 – Jueves

       

 

                                    Alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación

                                                                                                                                         
Dijo Jesús a sus discípulos: Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que está cerca su destrucción. Entonces, los que estén en Judea, que huyan a la sierra; los que estén en la ciudad, que se alejen; los que estén en el campo, que no entren en la ciudad; porque serán días de venganza, en que se cumplirá todo lo que está escrito. ¡Ay de las que estén en cinta o criando en aquellos días! Porque habrá angustia tremenda en esta tierra y un castigo para este pueblo. Caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones, Jerusalén será pisoteada por los gentiles hasta que a los gentiles les llegue su hora. Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de la gente, enloquecida por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.

 

Ap 18, 1-2.21-23; 19, 1-3. 9a; Sal 99, 2-5 . Lucas 21, 20-28

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miércoles, 26 de noviembre de 2008

26 de noviembre 2008 – Miércoles

       

 

                                                        Os odiarán por causa mía

                                                                                                                                         
Dijo Jesús a sus discípulos: Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán compadecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a alguno de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas  

 

Ap 15, 1-4; Sal 97, 1-3.7-9 . Lucas 21, 12-19

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martes, 25 de noviembre de 2008

25 de noviembre 2008 – Martes

       

                                                        No quedará piedra sobre piedra

                                                                                                                                         
Algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido. Ellos le preguntaron: Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo esto está para suceder? El contestó: Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: “Yo soy”, o bien: “El momento está cerca”; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerra y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá enseguida. Luego les dijo: Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en le cielo.

Ap 14, 14-19; Sal 95, 10-13 . Lucas 21, 5-11

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lunes, 24 de noviembre de 2008

24 de noviembre 2008 – Lunes

       

 

                                                   Esa viuda ha echado más que nadie

                                                                                                                                         
Alzando Jesús los ojos, vio unos ricos que echaban donativos en el arca de las ofrendas; vio también una viuda pobre que echaba dos reales, y dijo: Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.

 

Ap 14, 1-3. 4b-5; Sal 23, 1-6 . Lucas 21, 1-4

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domingo, 23 de noviembre de 2008

23 de noviembre 2008 – Domingo

 

       SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO

 

Ez 34, 11-12.15-17: Así dice el señor Dios: Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas siguiendo su rastro. Como un pastor sigue el rastro de su rebaño cuando se encuentra las ovejas dispersas, así seguiré yo el rastro de mis ovejas; y las libraré, sacándolas de todos los lugares donde se desperdigaron un día de oscuridad y nubarrones. Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo mismo las haré sestear –oráculo del Señor Dios-. Buscaré las ovejas perdidas, recogeré a las descarriadas, venderé a las heridas, curaré a las enfermas; a las gordas y fuertes las guardaré y las apacentaré como es debido. Y  a vosotros, ovejas mías, así dice el Señor: Voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío.

 

Sal 22, 1-6: El Señor es mi pastor, nada me falta.

 

1Co 15, 20-26.28: Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo como primicia; después cuando él vuelva todos los cristianos; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza. Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Al final, cuando todo esté sometido, entonces también el Hijo se someterá a Dios, al que se lo había sometido todo. Y así Dios lo será todo para todos.

 

Mateo 25, 31-46: Dijo Jesús a sus discípulos: Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá a las ovejas a la derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: “Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme”. Entonces los justos le contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber? ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?” Y el rey les dirá: “Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis”. Y entonces dirá a los de su izquierda: “Apartaos de mí, malditos; id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis”. Entonces también éstos contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel y no te asistimos?” Y él replicará: “Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo”. Y éstos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna.  

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sábado, 22 de noviembre de 2008

22 de noviembre 2008 – Sábado

       

                                                No es Dios de muertos, sino de vivos

                                                                                                                                         
Se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano”. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cual de ellos será la mujer? Por que los siete han estado casados con ella. Jesús les contestó: En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir,  son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor “Dios de Abrahan, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos. Intervinieron unos escribas: Bien dicho, Maestro. Y no se atrevían a hacerle más preguntas.

Ap 11, 4-12; Sal 143, 1-2.9-10 . Lucas 20, 27-40

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viernes, 21 de noviembre de 2008

21 de noviembre 2008 – Viernes

       

 

                                                          Mi casa es casa de oración

                                                                                                                                         
Entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: Escrito está: “Mi casa es casa de oración”; pero vosotros la habéis convertido en una “cueva de bandidos”. Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.

 

Ap 10, 8-11; Sal 118, 14.24.72.103.111.131 . Lucas 19, 45-48