Archivo de marzo de 2010

Lectura diaria de la Biblia

miércoles, 31 de marzo de 2010

1 de Abril 2010 – Jueves

 

Mundo: El mundo se ríe del amor cristiano, desprecia a los sacerdotes y vive al margen de la Eucaristía.

 

Fe: Día de regalo del Señor: mandamiento del amor, institución del sacerdocio y de la Eucaristía.

 

JUEVES SANTO DE LA CENA DEL SEÑOR

 

Ex 12,1-8.11-14: Dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la asamblea de Israel: el diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino de casa, hasta completar el número de personas y cada uno comerá su parte hasta terminarlo. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito. Lo guardaréis hasta el día catorce del mes y toda la asamblea de Israel lo matará al atardecer. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo hayáis comido. Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, y comeréis panes sin fermentar y verduras amargas. Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la pascua, el Paso del Señor. Yo pasaré esa noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos del país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados, y me tomaré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo, el Señor. La sangre será vuestra señal en la casa donde habitáis. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo ante vosotros, y no habrá entre vosotros plaga exterminadora, cuando yo hiera al país de Egipto. Este día será para vosotros memorable, en él celebraréis la fiesta del Señor, ley perpetua para todas las generaciones.

 

Sal 115, 12-18: El cáliz de la bendición es comunión con la sangre de Cristo.

 

1Co 11, 23-26: Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó un pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía. Lo mismo hizo con el cáliz después de cenar, diciendo: Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que bebáis, en memoria mía. Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

 

Juan 13, 1-15: Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llagado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarle los pies a los discípulos, secándolos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro, y este le dijo: Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?. Jesús le replicó: Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde. Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le contestó: Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo. Simón Pedro le dijo: Señor no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza. Jesús le dijo: Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos. Porque sabía quien lo iba a entregar, por eso dijo: No todos estáis limpios. Cuando acabó de lavarle los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.

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miércoles, 31 de marzo de 2010

31 de marzo 2010 – Miércoles

 

Mundo: La soberbia de Judas lo llevó al suicidio. Quienes lo siguen creen que son más poderosos pecando que Dios perdonando.

 

Fe: Jesús dejó a su iglesia la nueva Pascua, la Eucaristía, signo de amor y perdón sin límites.

 

Uno de los doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso: ¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?. Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo. El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: ¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua? Él contestó: Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: “El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”. Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los doce. Mientras comía dijo: Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar. Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro: ¿Soy yo acaso, Señor? Él respondió: El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡Ay del que va a entregar al Hijo del hombre! más le valdría no haber nacido. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: ¿Soy yo acaso, Maestro?. Él respondió: Tú lo has dicho.  

 

Is 50, 4-9a; Sal 68, 8-10.21-22.31-34 . Mateo 26, 14-25

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martes, 30 de marzo de 2010

30 de marzo 2010 – Martes

 

Mundo: ¡Cuántos judas entregan hoy al Maestro, retiran los crucifijos y persiguen al cristianismo!

 

Fe: Aunque alguna vez neguemos a Cristo, siempre contamos con su mirada, su perdón y su amor.

 

Jesús profundamente conmovido, dijo: Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar. Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quien lo decía. Uno de ellos, el que Jesús tanto amaba, estaba reclinado a la mesa junto a su pecho. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quien lo decía. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó: Señor, ¿quien es?. Le contestó Jesús: Aquel a  quien yo le de este trozo de pan untado. Y untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo: Lo que tienes que hacer hazlo enseguida. Ninguno de los comensales entendió a que se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió, dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros: “Donde yo voy, vosotros no podéis ir”. Simón Pedro le dijo: Señor, ¿a dónde vas?. Jesús le respondió: A donde yo voy no me puedes acompañar ahora, me acompañarás más tarde. Pedro replicó: Señor, ¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi vida por ti. Jesús le contestó: ¿Con que darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces.

 

Is 49, 1-6; Sal 70, 1-6.15.17 . Juan 13, 21-33.36-38

HIMNO A LA CONVERSIÓN de la mano de María

lunes, 29 de marzo de 2010

Momentos de confusión nos ha tocado vivir.
Gentes de buen corazón no saben por donde ir.
Unos dicen que Pepe, otros dicen que Juan, otros dicen que es Jesús el que anuncia la verdad.
Verdades hay muchas, para cada uno cuarenta, pero la más importante es la que da vida eterna.
¡Verdad! Que misterio encierras para aquellos que no quieren entenderte.
Me refiero a la auténtica verdad. Aquella que aceptan y aclaman los corazones sinceros, los corazones que se despojaron de toda inmundicia, los corazones que dijeron “si” a tu hijo y recibieron la luz.
A nosotros se nos dice: Llamad y se os abrirá; a ti te llamaron y sin dudarlo un instante “al Señor dijiste si”
«Si» que palabra esta tan sencilla a la que los hombres llenamos de misterio. La mayoría hubiéramos dicho: ¿Por qué yo? ¡No entiendo nada! ¡Con lo tranquilo que estoy! ¡No quiero complicaciones! ¡No sabré hacerlo! ¡Esto es ridículo!  Y otras miles de excusas. Tú sin embargo dijiste “Si”
Comprendo que no fue fácil, pues con ello empezó tu calvario, pero… ¿qué mejor calvario que en compañía del Creador?
Qué fe más grande la tuya, reconocer tu fragilidad y ponerte al servicio de nuestro Dios.
Como te envidio Virgen Maria de Piedra Escrita, Madre de mi Señor.
¿Cuando nos haremos como niños, si queremos que el Señor se fije en nosotros, como niña eras tú cuando se fijó en ti?
¡Que sencillez la tuya Virgen Santa!
A través de tu humildad, conseguiste la más hermosa revelación de Dios a los hombres.
Alegraos los humildes, los pobres y sencillos, porque Dios os desvelará los auténticos y verdaderos misterios de la vida cuando llegue su momento. Ahora, aprendamos tu lección, que culminó en ese profundo silencio, viendo como tu hijo moría injustamente en la cruz, al lado de unos ladrones.
¡Que dolor debiste sentir!
¡Como pudiste callar viendo lo que hacían con un Santo, que además era tu hijo! ¡Cómo te envidio Virgen María de Piedra Escrita!
Cuando lo normal hubiera sido, romper el silencio con desgarros de dolor, no lo hiciste, no quisiste llamar la atención, no quisiste brillar tú. De ahí que hoy tu silencio nos hable y siga hablando a todas las generaciones, diciendo:
¡Yo no quise brillar! ¡La luz que debe brillar es la luz de mi hijo¡
Perla preciosa encarnó el Creador en mi seno.
¡Me maravillas Virgen Santa! Yo que andaba en tinieblas, hoy soy testigo de la luz, todas mis faltas quedaron al descubierto y su peso se volvió liviano como una pluma.
No obstante, sigo tropezando, sigo cayendo, mi debilidad es grande, pero ya se que tu Hijo Jesús me acompaña y me ayuda a levantarme.
Amigo peregrino: Si te sientes triste y apesadumbrado y tus dudas y confusión no te dejan ver el camino, no continúes por más tiempo en ese estado, la  luz del Señor Jesús quiere iluminarte a ti también y quiere llevar tu carga.
Aprovecha este momento y dile “si” al Señor Jesús, no esperes a mañana, el ruido del mundo no te dejará oír lo que te dice este silencio de la Virgen en su ermita.
Este encuentro puede ser decisivo. Abre tu corazón a la Santísima Virgen y ella te llevará a su hijo amado, camino, luz, verdad y vida eterna.
Les pido al Señor Jesús y a su Santa Madre que nos ayuden a todo el pueblo de Campanario a ser felices y a creer en su nombre.
Si estamos en la oscuridad de la duda, vayamos a la luz de la verdad.
 

DIEGO CABALLERO “Levita”
ABRIL 1992

 

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lunes, 29 de marzo de 2010

29 de marzo 2010 – Lunes

 

Mundo: Los judas de hoy critican que la iglesia honré con lo mejor a Dios, a la eucaristía y a la virgen, olvidando la inmensa labor con pobres, niños y ancianos.

 

Fe: Pobres siempre hay, y la iglesia es su mejor defensora y les ofrece la mejor acogida, a la vez que honra a Jesús.

 

Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania donde vivía Lázaro a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice: ¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselo a los pobres?. Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa llevaba lo que le iban echando, Jesús dijo: Déjala, lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis. Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa se les iban y creían en Jesús.

 

Is 42, 1-7; Sal 26, 1-3.13-14 . Juan 12, 1-11 

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domingo, 28 de marzo de 2010

28 de Marzo 2010 – Domingo

Mundo: Tras los vítores de unos al Hijo de David, el juicio injusto y la condena a muerte: ¡Crucifícalo! He ahí el ridículo y el oprobio de la humanidad.

Fe: La muchedumbre aclama a Jesús como Rey y Señor. ¿Serán consecuentes ante Pilato el Viernes Santo?

DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR

Jesús echó a andar delante, subiendo a Jerusalén. Al acercarse a Betfage y Betania, junto al monte llamado de los Olivos, mandó a dos discípulos diciéndoles: Id a la aldea de enfrente: al entrar encontraréis un borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta: “¿Por qué lo desatáis?”, contestadle: “El Señor lo necesita”. Ellos fueron y lo encontraron como les había dicho. Mientras desataban el borrico, los dueños les preguntaron: ¿Por qué desatáis el borrico?. Ellos contestaron: El Señor lo necesita. Se lo llevaron a Jesús, lo aparejaron con sus mantos, y le ayudaron a montar. Según iba avanzando, la gente alfombraba el camino con los mantos. Y cuando se acercaba ya la bajada del monte de los Olivos, la masa de los discípulos entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos por todos los milagros que habían visto, diciendo: ¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo alto. Algunos fariseos de entre la gente le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. El replicó: Os digo que si éstos callan gritarán las piedras.

Lucas 19, 28-40

Is 50, 4-7: Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabilaba el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor Dios me ha abierto el oído; y yo no me he revelado ni me he echado atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba. No oculte el rostro a insultos y salivazos. Mi Señor me ayudaba, por eso no quedaba confundido; por eso ofrecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.    

 Sal 21, 8-9.17-24: Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?.

Flp 2, 6-11: Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo, y le concedió el Nombre sobre todo nombre; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble –en el cielo, en la tierra, en el abismo-, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Lucas 23, 1-49: Pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Lucas.

Se levantó toda la asamblea, o sea, sumos sacerdotes y escribas, y llevaron a Jesús a presencia de Pilato. Y se pusieron a acusarlo diciendo: Hemos comprobado que éste anda amotinando a nuestra nación, y oponiéndose a que se paguen tributos al Cesar, y diciendo que él es el Mesías Rey. Pilato preguntó a Jesús: ¿Eres tú el rey de lo judíos? Él le contestó: Tú lo dices. Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la turba: No encuentro ninguna culpa en este hombre. Ellos insistían con más fuerza diciendo: Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde Galilea hasta aquí. Pilato, al oírlo, preguntó si era galileo; y al enterarse que era de la jurisdicción de Herodes, se lo remitió. Herodes estaba precisamente en Jerusalén por aquellos días. Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento; pues hacía bastante tiempo que quería verlo, porque oía hablar de él y esperaba verle hacer algún milagro. Le hizo un interrogatorio bastante largo; pero él no le contestó ni palabra. Estaban allí los sumos sacerdotes y los letrados acusándolo con ahínco. Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio y se burló de él; y, poniéndole una vestidura blanca, se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron amigos Herodes y Pilato, porque antes se llevaban muy mal. Pilato, convocando a los sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, les dijo: Me habéis traído a este hombre, alegando que alborota al pueblo; y resulta que yo lo he interrogado delante de vosotros, y no he encontrado en este hombre ninguna de las culpas que le imputáis; ni Herodes tampoco, porque nos lo ha remitido. Ya veis que nada digno de muerte se le ha probado. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré. Por la fiesta tenía que soltarles a uno. Ellos vociferaron en masa diciendo: ¡Fuera ése! Suéltanos a Barrabas. (a éste lo habían metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un homicidio). Pilato volvió a dirigirles la palabra con intención de soltar a Jesús. Pero ellos seguían gritando: ¡Crucifícalo, crucifícalo!. Él les dijo por tercera vez: Pues, ¿qué mal ha hecho éste? No he encontrado en él ningún delito que merezca la muerte. Así es que le daré un escarmiento y lo soltaré. Ellos se le echaban encima pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba creciendo el griterío. Pilato decidió que se cumpliera su petición: soltó al que le pedían (al que había metido en la cárcel por revuelta y homicidio), y a Jesús se lo entregó a su arbitrio. Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz para que se la llevase detrás de Jesús. Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se daban golpes y lanzaban lamentos por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que llegará el día en que dirán: “Dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado”. Entonces empezaran a decirles a los montes: “Desplomaos sobre nosotros” y a las colinas: “Sepultadnos”; porque si a sí tratan al leño verde, ¿qué pasará con el seco?. Conducían también a otros dos malhechores para ajusticiarlos con él. Y cuando llegaron al lugar llamado la Calavera, lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y se repartieron sus ropas echándolas a suerte. El pueblo estaba mirando. Las autoridades le hacían muecas diciendo: A otros ha salvado; que se salve así mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido. Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo. Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea. Éste es el rey de los judíos. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: ¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros. Pero el otro le increpaba: ¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada. Y decía: Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino. Jesús le respondió: Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso. Era ya eso de mediodía y vinieron las tinieblas sobre toda la región, hasta la media tarde; porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo: Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu. Y dicho esto, espiró. El Centurión, al ver lo que pasaba, daba gloria a Dios diciendo: realmente este hombre era justo. Toda la muchedumbre que había acudido a este espectáculo, habiendo visto lo que ocurría, se volvían dándose golpes de pecho. Todos sus conocidos se mantenían a distancia, y lo mismo las mujeres que lo habían seguido desde Galilea y que estaban mirando.

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sábado, 27 de marzo de 2010

27 de marzo 2010 – Sábado

 

Mundo: ¿Cuántas veces en ventiún siglos han intentado erradicar de la tierra, vano intento, a Cristo y a su Iglesia?

 

           Fe: Jesús es la resurrección y la vida: a Lázaro lo resucitó y después murió; a nosotros nos resucitará para siempre.

 

Muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús (la resurrección de Lázaro), creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron: ¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación. Uno de ellos, Caifá, que era sumo sacerdote aquel año les dijo: Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera. Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no sólo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos. Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente con los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos. Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban: ¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta?. Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de donde estaba les avisara para prenderlo.

 

Ez 37, 21-28; Sal Jr, 31, 10-13 . Juan 11, 45-57

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viernes, 26 de marzo de 2010

26 de marzo 2010 – Viernes

 

Mundo: Persiguen y apedrean a Jesús, -ahora a la iglesia-: no aguantan que la gente le siga por sus buenas obras.

 

Fe: No es el discípulo más que el maestro: Si a Cristo lo apedrearon, ¿qué esperamos los cristianos?

 

Los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús: Él les replicó: Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cual de ellas me apedreáis?. Los judíos le contestaron: No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre te haces Dios. Jesús les replicó: ¿No está escrito en vuestra ley: “Yo os digo: Sois dioses”? Y la escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y no puede fallar la escritura), a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros que blasfema porque dice que es hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí y yo en el Padre. Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de éste era verdad. Y muchos creyeron en él allí.

 

Jr 20, 10-13; Sal 17, 2-7 . Juan 10, 31-42 

Lectura diaria de la Biblia

jueves, 25 de marzo de 2010

25 de marzo 2010 – Jueves

 

Mundo: Ante la perspectiva de la encarnación se reveló Luzbel, príncipe de los demonios. No todos aceptan el gran misterio.

 

Fe: El cristiano, como María, acoge la palabra, y la palabra se hace hombre, al que adoramos como Dios verdadero.

 

SOLEMNIDAD DE LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR

 

A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret. A una virgen desposada con un hombre, llamado José, de la estirpe de David: la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia dijo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Y María dijo al ángel: ¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?. El ángel le contestó: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios no hay nada imposible. María contestó: Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. Y la dejó el ángel.

 

Is 7, 10-14; 8, 10; Sal 39, 7-11; Hb 10, 4-10 . Lucas 1, 26-38 

Lectura diaria de la Biblia

miércoles, 24 de marzo de 2010

24 de marzo 2010 – Miércoles

 

Mundo: Cristo les ofrece la liberación, ellos se defienden: No somos esclavos, no somos hijos de prostitutas.

 

Fe: Nos dice Jesús: Seréis de verdad discípulos míos, conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.

 

Dijo Jesús a los judíos que habían creído en él: Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Le replicaron: Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Seréis libres”?. Jesús les contestó: Os aseguro que quien comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya se que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque no dais cabida a mis palabras. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre. Ellos replicaron: Nuestro padre es Abrahán. Jesús les dijo: Si fuerais hijos de Abrahán haríais lo que hizo Abrahán. Jesús les dijo: Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios, y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre. Le replicaron: Nosotros no somos hijos de prostitutas; tenemos un solo Padre: Dios. Jesús les contestó: Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y aquí estoy. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió

 

Dn 3, 14-20.91-92.95; Sal Dn 3, 52-56 . Juan 8, 31-42