Archivo de noviembre de 2016

Lectura diaria de la Biblia

domingo, 20 de noviembre de 2016

20 de Noviembre 2016 – Domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO

Papa Francisco: La solemnidad de Cristo Rey del Universo es la coronación del año litúrgico. Cristo es el centro de la historia de la humanidad, y también el centro de la historia de todo hombre. A él podemos referir las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias entretejen nuestra vida. Cuando Jesús es el centro, incluso en los momentos más oscuros de nuestra existencia se iluminan, y nos da esperanza, como le sucedió al buen ladrón en el evangelio de hoy. Mientras todos se dirigen a Jesús con desprecio –Si tú eres el Cristo, el Mesías Rey, sálvate a ti mismo bajándote de la cruz- aquel hombre, que se ha equivocado en la vida pero se arrepiente, al final se agarra a Jesús crucificado implorando: acuérdate de mí cuando llegues a tu reino (Lc 23, 42). Y Jesús le promete: Hoy estarás conmigo en el paraíso (v.43): su Reino.

2Samuel 5, 1-3: En aquellos días, todas las tribus de Israel fueron a Hebrón a ver a David y le dijeron: Hueso y carne tuya somos; ya hace tiempo, cuando todavía Saúl era nuestro rey, eras tú quien dirigías las entradas y salidas de Israel. Además el Señor te ha prometido: Tú serás el pastor de mi pueblo, Israel, tú serás el jefe de Israel. Todos los ancianos de Israel fueron a Hebrón a ver al rey, y el rey David hizo con ellos un pacto en Hebrón, en presencia del Señor, y ellos ungieron a David como rey de Israel.

Salmo 121, 1-5: Vamos alegres a la casa del Señor.

Colosenses 1, 12-20: Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles, tronos, dominaciones, principados, potestades; todo fue creado por él y para él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza del cuerpo: de la iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Lucas 23, 35-43: Las autoridades y el pueblo hacían muecas a Jesús, diciendo: A otros ha salvado; que se salve así mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido. Se burlaban de él los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo. Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: Éste es el rey de los judíos. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: ¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros. Pero el otro lo increpaba: ¿Ni siquiera temes tú a Dios estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada. Y decía: Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino. Jesús le respondió: Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.

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sábado, 19 de noviembre de 2016

19 de Noviembre 2016 – Sábado. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: Los saduceos, que niegan la resurrección, le hacen una pregunta a Jesús para ridiculizar la fe en la resurrección: Una mujer tuvo siete maridos, que murieron uno tras otro. ¿De cuál de ellos será mujer después de su muerte? Jesús, siempre apacible y paciente, responde que la vida después de la muerte no tiene los mismos parámetros de la vida terrena. En la vida eterna ya no existirá el matrimonio: serán como ángeles. No es Dios de muertos, sino de vivos. En Jesús Dios nos da la vida eterna, la da a todos, y gracias a Él todos tienen la esperanza de una vida más auténtica que esta.

Se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano”. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella. Jesús le contestó: En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos. Intervinieron unos escribas: Bien dicho, Maestro. Y no se atrevían a hacerle más preguntas.

Apocalipsis 11, 4-12; Salmo 143, 1-2.9.10 . Lucas 20, 27-40

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viernes, 18 de noviembre de 2016

18 de Noviembre 2016 – Viernes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: Jesús purifica el templo. Pero lo hace con el látigo en la mano. Se pone a expulsar las actitudes paganas, en este caso de los mercaderes que vendían y habían transformado el templo en pequeños negocios para vender, para cambiar las monedas, las divisas. Jesús purifica el templo reprendiendo: Está escrito: mi casa será casa de oración y no de otra cosa. El templo es un lugar sagrado. Y nosotros debemos entrar allí, en la sacralidad que nos lleva a la oración. No hay otra cosa. San Pablo nos dice que somos templo del Espíritu Santo. Podemos hablar de una especie de adoración, que es el corazón que busca al Espíritu del Señor dentro de sí. Y sabe que Dios está dentro de sí, que el Espíritu Santo está dentro de sí y escucha y le sigue. También nosotros debemos purificarnos continuamente porque somos pecadores: purificarnos con la oración, con la penitencia, con el sacramento de la reconciliación, con la Eucaristía.

Entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: Escrito está: “Mi casa es casa de oración”; pero vosotros la habéis convertido en una “cueva de bandidos”. Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.

Apocalipsis 10, 8-11; Salmo 118, 14.24.72.103.111.131 . Lucas 19, 45-48

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jueves, 17 de noviembre de 2016

17 de Noviembre 2016 – Jueves. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: El señor llora por el cierre del corazón de la ciudad elegida, el pueblo elegido. ¡No tenía tiempo para abrirle la puerta! Estaba demasiado ocupada, demasiado satisfecha de sí misma. Y Jesús sigue tocando a las puertas, como ha llamado a la puerta del corazón de Jerusalén: A las puertas de sus hermanos, de sus hermanas; a nuestras puertas, a las puertas de nuestros corazones, a las puertas de su Iglesia. Jerusalén se sentía feliz, tranquila con su vida y no tenía necesidad del Señor: No se había dado cuenta de que necesitaba la salvación. Y por eso ha cerrado su corazón ante el Señor. El llanto de Jesús por Jerusalén es el llanto por su Iglesia, hoy, por nosotros. Y de esto tenía miedo Jerusalén: de ser salvada por el camino de las sorpresas del Señor. Tenía miedo del Señor, de su Esposo, de su Amado. Y así Jesús llora. Cuando el Señor visita a su pueblo, nos trae la alegría, nos lleva a la conversión. Y todos nosotros no tenemos miedo de la alegría -¡no!-. Pero sí de la alegría que trae al Señor, porque no podemos controlarla. Tenemos miedo de la conversión, porque convertirse significa dejar que el Señor nos guíe.

Al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: ¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrastrarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida.

Apocalipsis 5, 1-10; Salmo 149, 1-6.9 . Lucas 19, 41-44

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miércoles, 16 de noviembre de 2016

16 de Noviembre 2016 – Miércoles. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: La parábola nos hace reflexionar sobre la relación entre como empleamos los dones recibidos de Dios y su retorno, cuando nos preguntará como lo hemos utilizado. ¡No enterréis los talentos! Apostad por ideales grandes que ensanchan el corazón, los ideales de servicio que hará fecundos vuestros talentos. La vida no se nos da para que la conservemos, sino para que la donemos.

Dijo Jesús esta parábola: Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, diciéndoles: “Negociad mientras vuelvo”. Cuando volvió con el título real, mandó llamar a los empleados a quienes había dado dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y dijo: ”Señor, tu onza ha producido 10”. Él le contestó: “Muy bien, eres un empleado cumplidor; como has sido fiel en una minucia, tendrás autoridad sobre diez ciudades”. El segundo llegó y dijo: “Tu onza, señor, ha producido cinco”. A ése le dijo también: “Pues toma tú el mando de cinco ciudades”. El otro llegó y dijo: “Señor, aquí está tu onza; la he tenido guardada en el pañuelo; te tenía miedo, porque eres hombre exigente, que reclamas lo que no prestas y siegas lo que no siembras”. Él le contestó: “Por tu boca te condeno, empleado holgazán. ¿Conque sabías que soy exigente, que reclamo lo que no presto y siego lo que no siembro? Pues, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses”. Entonces dijo a los presentes: “Quitadle a éste la onza y dádsela al que tiene diez”. Le replicaron: “Señor, si ya tiene diez onzas”. Os digo: “Al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene”.

Apocalipsis 4, 1-11; Salmo 150, 1-5 . Lucas 19, 12-13.15-26

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martes, 15 de noviembre de 2016

15 de Noviembre 2016 – Martes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: Zaqueo era uno como tantos dirigentes que conocemos: corrupto. En vez de servir a su pueblo, explotan al pueblo para servirse a sí mismos. En el mundo hay algunos… Y la gente no lo quería. Era una oveja perdida, es depreciado y es un excomulgado, era un publicano, amigo de los odiados ocupantes romanos, era un ladrón y un explotador. Impedido de acercarse a Jesús, probablemente por motivo de su mala fama, y siendo pequeño de estatura, Zaqueo trepa a un árbol, para poder ver al Maestro. Y Jesús lo llama por su nombre: Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa. No existe profesión o condición social, no existe pecado o crimen de algún tipo que pueda borrar de la memoria y del corazón de Dios a uno solo de sus hijos. Y yo te digo a ti: si tienes un peso en tu conciencia, si tienes vergüenza por tantas cosas que has cometido trepa, como hizo Zaqueo, sube al árbol del deseo de ser perdonado; yo te aseguro que no quedarás decepcionado.

Entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: Zaqueo, baja enseguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa. Él bajó enseguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador. Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más. Jesús le contestó: Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.

Apocalipsis 3, 1-6.14-22; Salmo 14, 2-5 . Lucas 19, 1-10

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lunes, 14 de noviembre de 2016

14 de Noviembre 2016 – Lunes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: El pasaje del evangelio del ciego de Jericó representa la “primera clase de persona” que puebla la narración del evangelista Lucas: un hombre que no tenía nada pero que quería la salvación, quería ser curado, y por lo tanto grita más fuerte que el muro de la indiferencia que lo rodea hasta que vence su propósito y consigue llamar a la puerta del corazón de Jesús. Los discípulos pretendían callar al ciego para evitar disturbios y alejar “al Señor de una periferia”. Esta periferia no podía llegar al Señor, porque este círculo –pero con buena voluntad ¿eh?- cerraba la puerta. Y esto sucede con frecuencia, entre nosotros creyentes: cuando hemos encontrado al Señor, sin que nosotros nos demos cuenta, se crea este micro clima eclesiástico. No sólo los sacerdotes, los obispos, también los fieles: Pero nosotros somos esos que están con el Señor. Y de tanto mirar al Señor no miramos la necesidad del Señor: no miramos al Señor que tiene hambre, que tiene sed, que está en prisión, que está en el hospital. Ese Señor, en el marginado. Y este clima hace mucho mal.

Cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba que era aquello; y le explicaron: Pasa Jesús Nazareno. Entonces gritó: ¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!. Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: ¡Hijo de David, ten compasión de mí!. Jesús se paró y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: ¿Qué quieres que haga por ti?. Él dijo: Señor, que vea otra vez. Jesús le contestó: Recobra la vista, tu fe te ha curado. Enseguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.

Apocalipsis 1, 1-4; 2, 1-5a; Salmo 1, 1-6 . Lucas 18, 35-43

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domingo, 13 de noviembre de 2016

13 de Noviembre 2016 – Domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: La gente hablaba del templo y de su belleza. Porque era hermoso ese templo. Entonces Jesús dijo: Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida (Lc 21, 6). Naturalmente le preguntan: ¿Cuándo va a ser eso?, ¿Cuáles serán las señales? Pero Jesús desplaza la atención a las verdaderas cuestiones. Y son dos. Primero: no dejarse engañar por los falsos mesías y no dejarse paralizar por el miedo. Segundo: Vivir el tiempo de la espera como tiempo del testimonio y de la perseverancia. Y nosotros estamos en este tiempo de la espera, de la espera de la venida del Señor, que dice: Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas (v.19). ¡Cuánta esperanza en estas palabras! Son una llamada a la esperanza y a la paciencia, a saber esperar los frutos seguros de la salvación, confiando en el sentido profundo de la vida y de la historia.

Malaquías 3, 19-20a: Mirad que llega el día ardiente como un horno: malvados y perversos serán la paja, y los quemaré el día que ha de venir -dice el Señor de los Ejércitos-, y no quedará de ellos ni rama ni raíz. Pero a los que honran mi nombre los iluminará un sol de justicia que lleva la salud en las alas.

Salmo 97, 5-9: El Señor llega para regir la tierra con rectitud.

2Tesalonicensess 3, 7-12: Ya sabéis como tenéis que imitar mi ejemplo: No viví entre vosotros sin trabajar, nadie me dio de balde el pan que comí, sino que trabajé y me cansé día y noche, a fin de no ser carga para nadie. No es que no tuviera derecho para hacerlo, pero quise daros un ejemplo que imitar. Cuando viví con vosotros os lo dije: el que no trabaja, que no coma. Porque me he enterado de que algunos viven sin trabajar, muy ocupados en no hacer nada. Pues a esos les digo y les recomiendo, por el Señor Jesucristo, que trabajen con tranquilidad para ganarse el pan.

Lucas 21, 5-19: Algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: Esto que contempláis, llegará un día en que no se quedará piedra sobre piedra: todo será destruido. Ellos le preguntaron: Maestro, ¿Cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?. Él contestó: Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usando mi nombre diciendo: “Yo soy” o bien “el momento está cerca”; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá enseguida. Luego les dijo: Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a los tribunales y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre: así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa: porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá: con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.

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sábado, 12 de noviembre de 2016

12 de Noviembre 2016 – Sábado. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: En el Evangelio de hoy Jesús relata una parábola sobre la necesidad de orar siempre sin cansarnos. La protagonista es una viuda que, a fuerza de suplicar a un juez deshonesto, logra que se haga justicia en su favor. Y Jesús concluye: si la viuda logró convencer a ese juez, ¿pensáis que Dios no nos escucha a nosotros, si le pedimos con insistencia? La expresión de Jesús es muy fuerte: pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante Él día y noche? La oración perseverante es más bien expresión de la fe en un Dios que nos llama a combatir con Él, cada día, en cada momento, para vencer el mal con el bien. Aprendamos de la viuda del Evangelio a orar siempre, sin cansarnos. ¡Era valiente esta viuda!

Jesús, para explicar a sus discípulos como tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: “Hazme justicia frente a mi adversario”. Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: “Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara”. Y el Señor añadió: Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?.

3Juan 5-8; Salmo 111, 1-6 . Lucas 18, 1-8

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viernes, 11 de noviembre de 2016

11 de Noviembre 2016 – Viernes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: En el pasaje evangélico de hoy nos encontramos ante un espíritu, contrario al de la sabiduría de Dios: el espíritu de curiosidad. Es cuando queremos adueñarnos de los proyectos de Dios, del futuro, de las cosas, conocer todo, tener todo entre las manos. ¿Cuándo vendrá el reino de Dios? ¡Curiosos! Querían saber la fecha, el día… Este espíritu de curiosidad nos impulsa a mirar sólo los detalles, las noticias, las pequeñas noticias de cada día ¿cómo se hará esto? Es el cómo, es el espíritu del cómo. No es un buen espíritu: es el espíritu de dispersión, de alejarse de Dios, el espíritu de hablar demasiado. Jesús nos dice una cosa interesante: este espíritu de curiosidad, que es mundano, nos lleva a la confusión. El Reino de Dios no viene en la confusión. Como Dios no habló al profeta Elías en el viento, en la tormenta, en el tifón. Habló en la brisa suave, la brisa que era sabiduría. No buscar cosas extrañas, no buscar novedad con esta curiosidad mundana. Dejemos que el espíritu nos lleve adelante por la sabiduría que es una brisa suave.

Dijo Jesús a sus discípulos: Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. Lo mismo sucedió en tiempo de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del hombre. Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa, que no baje por ellas; si uno está en el campo, que no vuelva. Acordaos de la mujer de Lot. El que pretenda guardarse su vida la perderá; y el que la pierda la recobrará. Os digo esto: aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán. Ellos le preguntaron: ¿Dónde, Señor? Él contestó: Donde se reúnen los buitres, allí está el cuerpo.

2Juan 4-9; Salmo 118, 1-2.10-11.17-18 . Lucas 17, 26-37