Archivo de mayo de 2025

Lectura diaria de la Biblia

lunes, 5 de mayo de 2025

5 de mayo 2025 – lunes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: Cada uno de nosotros puede preguntarse: ¿Cómo sigo yo a Jesús? ¿Y cómo sé, como puedo saber si sigo bien a Jesús o si soy interesado? De aquí un consejo: El consejo de la memoria. El justo discernimiento puede llegar de refrescar la memoria. Es decir, nosotros podemos preguntarnos: ¿Qué ha hecho Jesús por mí?, pensando sobre todo y concretamente en nuestra vida. Entonces encontraremos muchas cosas grandes que Jesús nos ha dado gratuitamente, porque nos ama: a cada uno de nosotros. (16-04-2018)

Después de que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el mar. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar notó que allí no había habido más que una barca y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos. Entretanto, unas barcas de Tiberiades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan después que el Señor había dado gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: Maestro, ¿cuándo has venido aquí?. Jesús les contestó: En verdad, en verdad os digo: me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios. Ellos le preguntaron: Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?. Respondió Jesús: La obra de Dios es ésta: que creáis en el que él ha enviado.

Hechos 6, 8-15; Salmo 118, 23-24.26-27.29-30 . Juan 6, 22-29

Lectura diaria de la Biblia

domingo, 4 de mayo de 2025

4 de mayo 2025 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: Queridos hermanos y hermanas, hoy Cristo resucitado nos invita a un nuevo impulso, a todos, a cada uno de nosotros, nos invita a zambullirnos en el bien sin miedo de perder algo, sin hacer demasiados cálculos, sin esperar a que empiecen los otros. ¿Por qué? No esperar a los otros, porque para ir al encuentro de Jesús hay que comprometerse. Hay que tomar posición con valentía, recomenzar, y recomenzar comprometiéndose, arriesgar. Preguntémonos: ¿soy de un arranque de generosidad, o contengo los impulsos del corazón y me cierro en la costumbre, en el miedo? Lanzarse, zambullirse. Esta es la palabra de hoy de Jesús. (01-05-2022)

Hechos 5, 27b-32.40b-41: En aquellos días, el sumo sacerdote interrogó a los apóstoles diciendo: ¿No os habíamos ordenado formalmente no enseñar en ese Nombre? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre. Pedro y los apóstoles replicaron: Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús a quien vosotros matasteis colgándole de un madero. Dios lo ha exaltado con su diestra haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión y el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen. Prohibieron a los apóstoles hablar en nombre de Jesús, y los soltaron. Ellos, pues, salieron del sanedrín contentos de haber merecido aquel ultraje por el nombre de Jesús.

Salmo 29, 2-13: Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

Apocalipsis 5, 11-14: Yo, Juan, miré, y escuché la voz de muchos ángeles alrededor del trono, de los vivientes y de los ancianos, y eran miles de miles, miríadas de miríadas, y decían con voz potente: Digno es el cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza. Y escuché a todas las criaturas que hay en el cielo, en la tierra, bajo la tierra, en el mar –todo cuanto hay en ellos-, que decían: Al que está sentado en el trono y al cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Y los cuatro vivientes respondían: Amen. Y los ancianos se postraron y adoraron.

Juan 21, 1-19: En aquel tiempo Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera. Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo; Natanael, el de Caná de Galilea; los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: Me voy a pescar. Ellos contestan: Vamos también nosotros contigo. Salieron y se embarcaron; y aquella noche no pescaron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: Muchachos, ¿tenéis pescado? Ellos contestaron: No. Les dice: Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis. La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro: Es el Señor. Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: Traed de los peces que acabáis de pescar. Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: Vamos, almorzad. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quien era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitar de entre los muertos. Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?. Él le contestó: Si, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dice: Apacienta mis corderos. Por segunda vez le pregunta: Simón, hijo de Juan, ¿me amas?. Él le contesta: Si, Señor, tú sabes que te quiero. Él le dice: Pastorea mis ovejas. Por tercera vez le pregunta: ¿Simón, hijo de Juan, me quieres?. Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez: ¿Me quieres?, y le contestó: Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero. Jesús le dice: Apacienta mis ovejas. En verdad en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras. Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: Sígueme.

Lectura diaria de la Biblia

viernes, 2 de mayo de 2025

2 de mayo 2025 – viernes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: ¿Por qué privar a una persona, sobre todo a un muchacho, de lo que ha traído de casa y tiene derecho a quedárselo para sí? ¿Por qué quitarle a uno lo que en cualquier caso no es suficiente para saciar a todos? Humanamente es ilógico. Peo no para Dios. De hecho, gracias a ese pequeño don gratuito y, por tanto, heroico, Jesús puede saciar a todos. Es una gran lección para nosotros. Nos dice que el Señor puede hacer mucho con lo poco que ponemos a su disposición. (25-07-2021)

En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del mar de Galilea, o de Tiberiades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: ¿Con qué compraremos panes para que coman estos?. Lo decía para probarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe le contestó: Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo. Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero, ¿qué es eso para tantos?. Jesús dijo: Decid a la gente que se siente en el suelo. Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se pierda. Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: Éste es verdaderamente el profeta que va a venir al mundo. Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.

Hechos 5, 34-42; Salmo 26, 1.4.13-14 . Juan 6, 1-5