Archivo de abril de 2020

Lectura diaria de la Biblia

viernes, 10 de abril de 2020

10 de abril 2020 – Viernes Santo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR

Papa Francisco: “Jesús en la cruz es la brújula de la vida, que nos orienta al cielo. La pobreza del madero, el silencio del Señor, su desprendimiento por amor nos muestran la necesidad de una vida más sencilla, libre de tantas preocupaciones por las cosas. Jesús desde la cruz nos enseña la renuncia llena de valentía. Pues nunca avanzaremos si estamos cargados de pesos que estorban. Necesitamos liberarnos de los tentáculos del consumismo y de las trampas del egoísmo, de querer cada vez más, de no estar nunca satisfechos, del corazón cerrado a las necesidades de los pobres. Jesús, que arde con amor en el leño de la cruz, nos llama a una vida encendida en su fuego, que no se pierde en las cenizas del mundo; una vida que arde de caridad y no se apaga en la mediocridad. ¿Es difícil vivir como Él nos pide? Sí, es difícil, pero lleva a la meta. La carne de Jesús no se convierte en ceniza, sino que resucita gloriosamente. También se aplica a nosotros, que somos polvo: si regresamos al Señor con nuestra fragilidad, si tomamos el camino del amor, abrazaremos la vida que no conoce ocaso (6-3-2019).

Isaías 52, 13-15a; 53, 2b-5a. 10-12: Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado por los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultaban los rostros; despreciado y desestimado. Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado, pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento y entregar su vida como expiación: verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi Siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. Le daré una multitud como y tendrá como despojo una muchedumbre; porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, y él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.

Salmo 30, 2.6.12-17.25: Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.

Hebreos 4, 14-16; 5, 7-9: Ya que tenemos un sumo Sacerdote grande que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios, mantengamos firme la confesión de fe. No tenemos un Sumo Sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo, como nosotros, menos en el pecado. Por eso, compadezcamos confiados ante el trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia para un auxilio oportuno. Cristo, en efecto, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, siendo escuchado por su piedad filial. Y, aun siendo Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se convirtió, para todos los que lo obedecen, en autor de salvación eterna.

Juan 18, 1-19, 42: PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN JUAN.

Salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el que lo iba a entregar, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando una cohorte y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y le dijo: ¿A quién buscáis? Le contestaron: A Jesús, el Nazareno. Les dijo Jesús: Yo soy. Estaba también con ellos Judas, el que lo iba a entregar. Al decirles: Yo soy, retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez: ¿A quién buscáis?. Ellos dijeron: A Jesús, el Nazareno. Jesús contestó: Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a estos. Y así se cumplió lo que había dicho: No he perdido a ninguno de los que me diste. Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro: Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?.

Llevaron a Jesús ante Anás y Caifás. Negaciones de Pedro

La cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; Caifás era el que había dado a los judíos este consejo: Conviene que muera un solo hombre por el pueblo. Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada portera dijo entonces a Pedro: ¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?. Él dijo: No lo soy. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose. El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de la doctrina. Jesús le contestó: Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en las sinagogas y en el templo, donde se reúnen todos los judíos y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que me han oído de qué les he hablado. Ellos saben lo que yo he dicho. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo: ¿Así contestas al sumo sacerdote? Jesús respondió: Si he faltado al hablar, muestra en que he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote. Simón Pedro estaba de pie, calentándose y le dijeron: ¿No eres tú también de sus discípulos?. Él lo negó, diciendo: No lo soy. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo: ¿No te he visto yo en el huerto con él?. Pedro volvió a negar, y en seguida cantó un gallo.

Mi reino no es de este mundo

Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en el pretorio para no incurrir en impurezas y poder así comer la Pascua. Salió Pilato fuera, adonde estaban ellos, y dijo: ¿Qué acusación presentáis contra este hombre?. Le contestaron: Si este no fuera un malhechor no te lo entregaríamos. Pilato les dijo: Lleváoslo vosotros y juzgarlo según vuestra ley. Los judíos le dijeron: No estamos autorizados para dar muerte a nadie. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir. Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el rey de los judíos?. Jesús le contestó: ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?. Pilato replicó: ¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?. Jesús le contestó: Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí. Pilato le dijo: Entonces, ¿tú eres rey?. Jesús le contestó: Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz. Pilato le dijo: Y, ¿qué es la verdad?. Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos y les dijo: Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?. Volvieron a gritar: A ése no, a Barrabas. El tal Barrabas era un bandido.

¡Salve, rey de los judíos! ¡Crucifícalo!

Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían: ¡Salve, rey de los judíos!. Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo: Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa. Y salió Jesús afuera llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo: He aquí al hombre. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron: ¡Crucifícalo, crucifícalo!. Pilato les dijo: Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él. Los judíos le contestaron: Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha hecho Hijo de Dios. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más. Entró otra vez en el pretorio y dijo a Jesús: ¿De dónde eres tú?. Pero Jesús no le dio respuesta. Y Pilato le dijo: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?. Jesús le contestó: No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban: si sueltas a ése no eres amigo del César. Todo el que se hace rey está contra el Cesar. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó fuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman el Enlosado (en hebreo Gábbata). Era el día de la preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos: He aquí a vuestro rey. Ellos gritaron: ¡Fuera, fuera; crucifícalo!. Pilato les dijo: ¿A vuestro rey voy a crucificar?. Contestaron los sumos sacerdotes: No tenemos más rey que al Cesar. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.

Crucifixión. Ahí tienes a tu madre. “Entregó el espíritu”

Tomaron a Jesús, y, cargando el mismo con la cruz, salió al sitio llamado de la Calavera (que en hebreo se dice “Gólgota”), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos. Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: No escribas: “El rey de los judíos”, sino: “Éste ha dicho: Soy el rey de los judíos”. Pilato les contestó: Lo escrito, escrito está. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, tomaron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costuras, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron: No la rasguemos, sino echémosla a suerte, a ver a quien le toca. Así se cumplió la Escritura: Se repartieron mi ropa y echaron a suerte mi túnica. Esto hicieron los soldados. Junto a la cruz de Jesús estaba su madre, le hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego, dijo al discípulo: ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura dijo: Tengo sed. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: Está cumplido. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

Y al punto salió sangre y agua. Sepultura

Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: No le quebrarán un hueso; y en otro lugar la Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.
Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

Lectura diaria de la Biblia

jueves, 9 de abril de 2020

9 de abril 2020 – Jueves. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

JUEVES SANTO DE LA CENA DEL SEÑOR

Papa Francisco: “Sabiendo Jesús que el Padre lo había dejado todo en sus manos”, es decir, Jesús tenía todo el poder, todo. Y luego, empieza a lavarles los pies. Era algo que hacían los esclavos en aquellos tiempos porque no había asfalto en las calles y la gente, cuando llegaba tenía polvo en los pies; y había esclavos que lavaban los pies. Y Jesús hace este gesto: lava los pies. “¿Necesitas algo, un servicio? Te lo hago yo”. Esto es fraternidad. La fraternidad es humilde, siempre está al servicio (18-4-2019).

Éxodo 12, 1-8.11-14: Dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la asamblea de los hijos de Israel: “El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino más próximo a su casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo. Será un animal sin defecto, macho, de un año; lo escogeréis entre los corderos y los cabritos. Lo guardaréis hasta el catorce del mes y toda la asamblea de los hijos de Israel lo matará al atardecer”. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo comáis. Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, y comeréis panes sin fermentar hierbas amargas. Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la pascua, el Paso del Señor. Este será un día memorable para vosotros; en él celebraréis fiesta en honor del Señor. De generación en generación, como ley perpetua lo festejaréis.

Salmo 115, 12-18: El cáliz de la bendición es comunión de la sangre de Cristo.

1Corintios 11, 23-26: Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: que el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía. Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre: haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía. Por eso, cada vez que coméis este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

Juan 13, 1-15: Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándolos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro, y este le dijo: Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?. Jesús le replicó: Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde. Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le contestó: Si no te lavo, no tienes parte conmigo. Simón Pedro le dijo: Señor no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza. Jesús le dijo: Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos. Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: No todos estáis limpios. Cuando acabó de lavarle los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.

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miércoles, 8 de abril de 2020

8 de abril 2020 – miércoles. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

MIÉRCOLES SANTO

Papa Francisco: Muchas veces sentimos horror por el mal y el dolor que nos rodea y nos preguntamos: ¿Por qué Dios lo permite?. Es una profunda herida para nosotros ver el sufrimiento y la muerte, especialmente de los inocentes. Cuando vemos sufrir a los niños se nos hace una herida en el corazón: es el misterio del mal. Y Jesús carga sobre sí todo este mal, todo este sufrimiento. Esta semana nos hará bien a todos nosotros mirar el crucifijo, besar las llagas de Jesús, besarlas en el crucifijo. Él cargó sobre sí todo sufrimiento humano, se revistió con este sufrimiento. Esta semana pensemos mucho en el dolor de Jesús y digámonos a nosotros mismos: esto es por mí. Incluso si yo hubiese sido la única persona en el mundo, Él lo habría hecho. Lo hizo por mí. Besemos el crucifijo y digamos: por mí, ¡gracias, Jesús, por mí! (16-4-2014)

Uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso: ¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?. Ellos se ajustaron con él en treinta monedas de plata. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo. El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: ¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?. Él contestó: Id a la ciudad, a casa de quien vosotros sabéis, y decidle: “El maestro dice: Mi hora está cerca; voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”. Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los doce. Mientras comían dijo: En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar. Ellos, muy entristecidos, se pusieron a preguntarle uno tras otro: ¿Soy yo acaso, Señor?. Él respondió: El que ha metido conmigo la mano en la fuente, ese me va a entregar. El Hijo del Hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!; ¡más le valdría a ese hombre no haber nacido!. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: ¿Soy yo acaso, Maestro? Él respondió: Tú lo has dicho.

Isaías 50, 4-9a; Salmo 68, 8-10.21-22.31.33-34 . Mateo 26, 14-25

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martes, 7 de abril de 2020

7 de abril 2020 – martes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

MARTES SANTO

Papa Francisco: El Evangelio nos presenta un episodio triste: el relato de la traición de Judas, que se dirige a los jefes del Sanedrín para comerciar y entregarles a su maestro. Jesús en ese momento tiene un precio. Este hecho dramático marca el inicio de la Pasión de Cristo, un itinerario doloroso que Él elige con absoluta libertad. Como si estuviese en el mercado: Esto cuesta treinta denarios… (16-4-2014).

Estando Jesús a la mesa con sus discípulos, se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo: En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar. Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía. Uno de ellos, el que Jesús tanto amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quien lo decía. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó: Señor, ¿quién es?. Le contestó Jesús: Aquel a quién yo le dé este trozo de pan untado. Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás. Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió, dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros: “Donde yo voy, no podéis venir vosotros”. Simón Pedro le dijo: Señor, ¿a dónde vas?. Jesús le respondió: A donde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde. Pedro replicó: Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti. Jesús le contestó: ¿Con que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces.

Isaías 49, 1-6; Salmo 70, 1-6ab.15ab.17 . Juan 13, 21-27a.30-33.36-38

Lectura diaria de la Biblia

lunes, 6 de abril de 2020

6 de abril 2020 – lunes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

LUNES SANTO

Papa Francisco: En esta Semana Santa seguiremos el camino de la humillación de Jesús. Y solo así será santa también para nosotros. Veremos el desprecio de los jefes del pueblo y sus engaños para acabar con él. Asistiremos a la traición de Judas, que lo venderá por treinta monedas. Veremos al Señor apresado y tratado como un malhechor; abandonado por sus discípulos; llevado ante el sanedrín, condenado a muerte, azotado y ultrajado. Escucharemos como Pedro lo negará tres veces. Oiremos los gritos de la muchedumbre, soliviantada por los jefes, pidiendo que Barrabas quede libre y que a él lo crucifiquen. Veremos cómo los soldados se burlarán de él, vestido con un manto color púrpura y coronado de espinas. Y después, a lo largo de la vía dolorosa y a los pies de la cruz, sentiremos los insultos de la gente y de los jefes, que se ríen de su condición de Rey e Hijo de Dios. Esta es la vía de Dios, el camino de la humildad. Es el camino de Jesús, no hay otro (29-3-2015).

Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice: ¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselo a los pobres?. Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando. Jesús dijo: Déjala, lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis. Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.

Isaías 42, 1-7; Salmo 26, 1-3.13-14 . Juan 12, 1-11

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domingo, 5 de abril de 2020

5 de abril 2020 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

DOMINGO DE RAMOS

Papa Francisco: Las aclamaciones de la entrada en Jerusalén y la humillación de Jesús. Los gritos de fiesta y el ensañamiento feroz. Este doble misterio acompaña cada año la entrada en la Semana Santa, en los dos momentos característicos de esta celebración: La procesión con las palmas y los ramos de olivo, al principio, y luego la lectura solemne de la narración de la Pasión. Dejemos que esta acción animada por el Espíritu Santo nos envuelva, para obtener lo que hemos pedido en la oración: acompañar con fe a nuestro Salvador en su camino y tener siempre presente la gran enseñanza de su pasión como modelo de vida y de victoria contra el espíritu del mal. En su entrada en Jerusalén, Jesús nos muestra el camino. Porque en ese evento el Maligno tenía una carta por jugar: la carta del triunfalismo, y el Señor respondió permaneciendo fiel a su camino, el camino de la humildad. Una forma sutil de triunfalismo es la mundanidad espiritual, que es el mayor peligro, la tentación más pérfida que amenaza a la Iglesia (De Lubac). Jesús destruyó el triunfalismo con su Pasión. Él compartió y se regocijó con el pueblo, con los jóvenes que gritaban su nombre aclamándolo como Rey y Mesías. Su corazón gozaba viendo el entusiasmo y la fiesta de los pobre de Israel. Hasta el punto que, a los fariseos que se le pedían que reprochara a sus discípulos por sus escandalosas aclamaciones, él les respondió: os digo que, si estos callan, gritarán las piedras. Humildad no significa negar la realidad, y Jesús es realmente el Mesías, el Rey. Pero al mismo tiempo, el corazón de Cristo está en otro camino, en el camino santo que solo él y el Padre conocen: el que va de la condición de Dios a la condición de esclavo, el camino de la humillación en la obediencia hasta la muerte, y una muerte de cruz. Él sabe que para lograr el verdadero triunfo debe dejar espacio a Dios; y p0ara dejar espacio a Dios solo hay un modo: el despojarse, el vaciarse de sí mismo. Callar, rezar, humillarse. Con la cruz no se puede negociar, o se abraza o se rechaza. Y con su humillación, Jesús quiso abrirnos el camino de la fe y precedernos en él (14-4-2019).

PROCESIÓN

Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfage, junto al monte de los Olivos, Jesús envió a dos discípulos, diciéndoles: Id a la aldea de enfrente, encontraréis enseguida una borrica atada con su pollino, lo desatáis y me los traéis. Si alguien os dice algo, contestadle que el Señor los necesita y los devolverá pronto. Esto ocurrió para que se cumpliese lo dicho por medio del profeta: Decid a la hija de Sión: “Mira a tu rey, que viene a ti, humilde, montado en una borrica, en un pollino, hijo de acémila”. Fueron los discípulos e hicieron lo que les había mandado Jesús: trajeron la borrica y el pollino, echaron encima sus mantos, y Jesús se montó. La multitud alfombró el camino con sus mantos; algunos cortaban ramas de árboles y alfombraban la calzada. Y la gente que iba delante y detrás gritaba: ¡”Hosanna” al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡”Hosanna” en las alturas!. Al entrar en Jerusalén, toda la ciudad se sobresaltó preguntando: ¿Quién es este?. La multitud contestaba: Es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea. Mateo 21, 1-11

MISA

Isaías 50, 4-7: El Señor Dios me ha dado una lengua de discípulo, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los discípulos. El Señor Dios me abrió el oído; y yo no me resistí ni me eché atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba. No escondí el rostro ante ultrajes y salivazos. El Señor Dios me ayuda, por eso no sentía los ultrajes, por eso ofrecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.

Salmo 21, 8-9, 17-24: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?.

Filipenses 2, 6-11: Cristo Jesús, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres. Y así, reconocido como un hombre por su presencia, se humilló así mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todo, y le concedió el -Nombre-sobre-todo-nombre-; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble –en el cielo, en la tierra, en el abismo-, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Mateo 27, 11-54: PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO. Jesús fue llevado ante el gobernador Poncio Pilato, y este le preguntó: ¿Eres tú el rey de los judíos?. Jesús respondió: Tú lo dices. Y, mientras lo acusaban los sumos sacerdotes y los ancianos, no contestaba nada. Entonces Pilato le preguntó: ¿No oyes cuantos cargos presentan contra ti?. Como no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. Por la fiesta, el gobernador solía liberar un preso, el que la gente quisiera. Tenía entonces un preso famoso, llamado Barrabas. Cuando la gente acudió, dijo Pilato: ¿A quién queréis que os suelte, a Barrabas o a Jesús, a quien llaman el Mesías?. Pues sabía que se lo habían entregado por envidia. Y, mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó a decir: No te metas con ese justo, porque esta noche he sufrido mucho soñando con él. Pero los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabas y la muerte de Jesús. El gobernador preguntó: ¿A cuál de los dos queréis que os suelte?. Ellos dijeron: A Barrabas. Pilato les preguntó: ¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?. Contestaron todos: Sea crucificado. Pilato insistió: Pues, ¿qué mal ha hecho?. Pero ellos gritaban más fuerte: ¡Sea crucificado¡. Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos ante la gente, diciendo: Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!. Todo el pueblo entero contestó: ¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!. Entonces les soltó a Barrabas; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. Entonces los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la cohorte: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante él la rodilla, se burlaban de él, diciendo: ¡Salve, rey de los judíos!. Luego le escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza. Y, terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a llevar su cruz. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir lugar de la calavera), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa, echándola a suertes, y luego se sentaron a custodiarlo. Encima de la cabeza colocaron un letrero con la acusación: Este es Jesús, el rey de los judíos. Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban lo injuriaban y, meneando la cabeza decían: Tú que destruyes el templo y lo reconstruyes en tres días, sálvate a ti mismo; “si eres Hijo de Dios, baja de la cruz”. Igualmente los sumos sacerdotes con los escribas y los ancianos se burlaban también diciendo: A otros ha salvado, y él no se puede salvar. ¡Es el rey de Israel!, que baje ahora de la cruz, y le creeremos. Confió en Dios, que lo libre si es que lo ama, pues dijo: “Soy Hijo de Dios”. De la misma manera los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban. Desde la hora sexta hasta la hora nona, vinieron tinieblas sobre toda la tierra. A la hora nona, Jesús gritó con voz potente: Elí, Elí, lemá sabaktaní. (Es decir: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?). Al oírlo, algunos de los que estaban por allí dijeron: Está llamando a Elías. Enseguida uno de ellos fue corriendo, tomó una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio de beber. Los demás decían: Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo. Jesús, gritando de nuevo con voz potente, exhaló el Espíritu. Entonces, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se resquebrajaron, las tumbas se abrieron, y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron y, saliendo de las tumbas después que él resucitó, entraron en la Ciudad santa y se aparecieron a muchos. El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba, dijeron aterrorizados: Verdaderamente éste era Hijo de Dios.

Lectura diaria de la Biblia

sábado, 4 de abril de 2020

4 de abril 2020 – sábado. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: El gesto de Jesús que resucita a Lázaro muestra hasta dónde puede llegar la fuerza de la gracia de Dios, y, por lo tanto, hasta dónde puede llegar nuestra conversión, nuestro cambio. No existe límite alguno para la misericordia divina ofrecida a todos, recordad bien esta frase. El Señor está siempre dispuesto a quitar la piedra de la tumba de nuestros pecados, que nos separa de Él, la luz de los vivientes. (6-4-2014).

Muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús (la resurrección de Lázaro), creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron: ¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación. Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera. Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no solo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos. Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos. Se acercaba la pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban: ¿Qué os parece? ¿Vendrá a la fiesta?. Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo.

Ezequiel 37, 21-28; Salmo: Jeremías 31, 10-12ab.13 . Juan 11, 45.47-57

Lectura diaria de la Biblia

viernes, 3 de abril de 2020

3 de abril 2020 – viernes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: (Y muchos creyeron en él) Que Jesús, caridad encarnada, nos ayude a acoger esta Palabra y a seguir siempre este camino. Que nos ayude con su actitud humilde y tierna de madre, porque la caridad, donde Dios, crece donde hay humildad y ternura. El hombre de Dios es aquel que está fascinado por la verdad y la encuentra plenamente en la Palabra y en la Carne de Jesucristo. Él es la fuente inagotable de nuestra alegría (14-2-2015).

Los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús. Él les replicó: Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿Por cuál de ellas me apedreáis?. Los judíos le contestaron: No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios. Jesús les replicó: ¿No está escrito en vuestra ley: “Yo os digo: Sois dioses”? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios, y no puede fallar la escritura, a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros: “¡Blasfemas!” Porque he dicho: “Soy Hijo de Dios”? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre. Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabullo de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de este era verdad. Y muchos creyeron en él allí.

Jeremías 20, 10-13; Salmo 17, 2-7 . Juan 10, 31-42

Lectura diaria de la Biblia

jueves, 2 de abril de 2020

2 de abril 2020 – jueves. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: En la primera lectura (Génesis 17, 3-9) el Señor hace una alianza con Abrahán, una alianza que se prolongará, se alargará; en la historia se convertirá en un pueblo: los pecados del pueblo los conocemos. Pero el Señor es fiel. En mi tierra hay una pequeña flor, que se regala a las madres el día de la madre, y tiene dos colores: un azul claro para las madres vivas, y uno violeta para las madres fallecidas, y se llama “no me olvides”. Este es el amor de Dios, como el de la madre: Dios no se olvida de nosotros, nunca, no puede, es fiel a su alianza. De nosotros podemos decir: -“Pero, mi vida es muy fea, estoy en esta dificultad, soy un pecador, una pecadora”. Pero Él no se olvida de ti, porque tiene este amor visceral y es padre y madre. Ninguno de nosotros es fiel, pero Él sí. Esta es nuestra esperanza y nuestra alegría: su fidelidad que nos toma de la mano y no nos deja, no te deja (22-3-2018).

Dijo Jesús a los judíos: En verdad, en verdad os digo: quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre. Los judíos le dijeron: Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: “Quien guarde mi palabra no gustará la muerte para siempre”? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?. Jesús contestó: Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: “Es nuestro Dios”, aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera: “No lo conozco”, sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría. Los judíos le dijeron: No tienes todavía 50 años, ¿y has visto a Abrahán?. Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: antes de que Abrahán existiera, yo soy. Entonces agarraron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.

Génesis 17, 3-9; Salmo 104, 4-9 . Juan 8, 51-59

Lectura diaria de la Biblia

miércoles, 1 de abril de 2020

1 de abril 2020 – miércoles. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: Hoy pude leer la ejecución de esos 20, 21, 22 cristianos coptos. Solamente decían: “Jesús, ayúdame”. Fueron asesinados por el solo hecho de ser cristianos. La sangre de nuestros hermanos cristianos es un testimonio que grita. Sean católicos, ortodoxos, coptos, luteranos, no interesa: son cristianos. Y la sangre es la misma, la sangre confiesa a Cristo. Recordando a estos hermanos que han sido muertos por el solo hecho de confesar a Cristo, pido que nos animemos mutuamente a seguir adelante: los mártires son de todos los cristianos (16-2-2015).

Dijo Jesús a los judíos que habían creído en él: Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Le replicaron: Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Seréis libres”?. Jesús les contestó: En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque mi palabra no cala en vosotros. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre. Ellos replicaron: Nuestro padre es Abrahán. Jesús les dijo: Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios; y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre. Le replicaron: Nosotros no somos hijos de prostitución; tenemos un solo padre: Dios. Jesús les contestó: Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y he venido. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió.

Daniel 3, 14-20.91-92.95; Salmo Daniel 3, 52-56a . Juan 8, 31-42