Archivo de mayo de 2008

Lectura diaria de la Biblia

jueves, 15 de mayo de 2008

15 de mayo 2008 – jueves

      FIESTA DE JESUCRISTO SUMO Y ETERNO SACERDOTE

Llegada la hora, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo: He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros, antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer, hasta que se cumpla en el reino de Dios. Y, tomando una copa pronunció la acción de gracias y dijo: Tomad esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid, hasta que venga el reino de Dios. Y, tomando pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros, haced esto en memoria mía. Después de cenar, hizo lo mismo con la copa, diciendo: esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros.   

Is 52, 13-53, 12; Sal 39, 6-11; Hb 10, 12-23. Lucas 22, 14-20 

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martes, 13 de mayo de 2008

14 de mayo 2008 – miércoles

                                                

   FIESTA DE SAN MATÍAS APÓSTOL                      
 

Dijo Jesús a sus discípulos: Como el Padre me ha amado así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos porque el siervo no sabe lo que hace su señor; a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure.  De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.  

  

Hch 1, 15-17.20-26; Sal 112, 1-8. Juan 15, 9-17

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lunes, 12 de mayo de 2008

13 de mayo 2008 – martes

                                                

            Tened cuidado con la levadura de los fariseos                      

A los discípulos se les olvidó llevar pan, y no tenían más que un pan en la barca. Jesús les recomendó: Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes. Ellos comentaban: Lo dice porque no tenemos pan. Dándose cuenta, les dijo Jesús ¿Porqué comentáis que no tenéis pan? ¿No acabáis de entender? ¿Tan torpes sois? ¿Para qué os sirven los ojos si no veis y los oídos si no oís? A ver, ¿cuántos cestos de sobras recogisteis cuando repartí cinco panes entre cinco mil? ¿Os acordáis? Ellos contestaron: Doce ¿Y cuántas canastas de sobras recogisteis cuando repartí siete entre cuatro mil? Le respondieron: Siete. Él les dijo: ¿Y no acabáis de entender?    

   St 1, 12-18; Sal 93, 12-15.18-19.  Marcos 8, 14-21

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domingo, 11 de mayo de 2008

12 de mayo 2008 – lunes

                            ¿Por qué esta generación reclama un signo?

 Se presentaron los fariseos y se pusieron a discutir con Jesús; para ponerlo a prueba, le pidieron un signo del cielo. Jesús dio un profundo suspiro y dijo: ¿Por qué esta generación reclama un signo? Os aseguro que no se le dará un signo a esta generación. Los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.

   St 1, 1-11; Sal 118, 68.71-76. Marcos 8, 11-13

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domingo, 11 de mayo de 2008

11 de mayo 2008 – domingo

                                               

                                         Vigilia

Gn 11, 1-9: Babel: Allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra.

Sal 103, 1-2. 24-30: Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

Rm 8, 22-27: El Espíritu intercede con gemidos inefables.

Juan 7, 37-39: El último día, el más solemne de las fiestas, Jesús en pie gritaba: El que tenga sed, que venga a mí; el que cree en mí que beba. (Como dice la Escritura: de sus entrañas manarán torrentes de agua viva) Decía esto refiriéndose al Espíritu, que habían de recibir los que creyeran en Él. Todavía no se había dado el Espíritu, porque Jesús no había sido glorificado.

                                               Misa de Día

Hch 2, 1-11: Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban.

Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían posándose encima de cada uno. Se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería. Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos preguntaban: ¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿Cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia, que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.

Sal 103, 1-2. 24. 34: Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
 

1Co 12, 36-7. 12, 13: Nadie puede decir Jesús es Señor, si no es bajo la acción del Espíritu Santo. Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de servicios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Porque lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.

Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

Juan 20, 19-23: Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Y, dicho esto exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.    

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sábado, 10 de mayo de 2008

                                                                                     Tú sígueme

Pedro, volviéndose, vio que lo seguía el discípulo a quien Jesús tanto amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: Señor ¿quién es el que te va ha entregar? Al verlo, Pedro dice a Jesús: Señor, y éste ¿qué? Jesús le contesta: Si quiero que se quede hasta que yo venga ¿a ti qué? Tú sígueme. Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: Si quiero que se quede hasta que yo venga ¿a ti qué? Éste es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una,  pienso que los libros no cabrían ni en todo el mundo.  

Hch 28, 16-20. 30-31; Sal 10, 4-7; Juan 21, 20-25

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jueves, 8 de mayo de 2008

9 de mayo 2008 – viernes

                                                    Simón ¿me amas? ¿me quieres?

Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? Él le contestó: Si Señor, tú sabes que te quiero.

Jesús le dice: apacienta mis corderos. Por segunda vez le pregunta: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Él le contesta: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Él le dice: pastorea mis ovejas. Por tercera vez le pregunta: Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero. Jesús le dice: apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas a donde querías, pero cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras. Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto añadió: Sígueme.

Hch 25, 13-21; Sal 102, 1-20; Juan 21, 15-19

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miércoles, 7 de mayo de 2008

8 de mayo 2008 – jueves

                                                    

                                                           Que sean completamente uno

Jesús, levantando los ojos al cielo, oró diciendo: Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú Padre, en mí y yo en ti,  que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí. Padre ese es mi deseo: Que los que me confiaste estén conmigo, donde yo estoy, y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu Nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, como también yo estoy en ellos.

Hch 22, 30; 23, 6-11; Sal 15, 1-2. 5-11. Juan 17, 20-26

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martes, 6 de mayo de 2008

7 de mayo 2008 – miércoles

                                                              Que sean uno, como nosotros

Jesús, levantando los ojos al cielo, oró diciendo: Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida. Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad.

Hch 20, 28-38; Sal 67, 29-36; Juan 17, 11b-19

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lunes, 5 de mayo de 2008

6 de mayo 2008 – martes

                             Ésta es la vida eterna: conocer al Padre, y al Hijo

Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a los que le confiaste. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado sobre la tierra, he coronado la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame cerca de ti, con la gloria que yo tenía cerca de ti, antes que el mundo existiese. He manifestado tu nombre a los hombres que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado. Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, y son tuyos. Si, todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti.  

Hch 20, 17-27; Sal 67, 10-21; Juan 17, 1-11a