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¡¡¡CRISTO HA RESUCITADO!!!

lunes, 25 de abril de 2011

 

¿Qué me queda después de haber vivido intensamente la Semana Santa?

¡Que mi dolor se ha visto mermado!

¡Ante el dolor de Cristo lo mío no es nada!

¡Mi vida se ha transformado!

¡Ya soy libre en el modo de pensar!

¡Ningún mal pensamiento me atenaza!

¡Cristo me ha liberado del pecado porque me ha perdonado!

¡Cristo me ha dado un corazón puro y grande para poder yo perdonar!

¡Ya nada me entristece: la enfermedad y el dolor lo vivo con esperanza!

¡Un pensamiento me tenía esclavizado, me mantenía triste, me había inutilizado!

 

Cristo quiere que mi vida se llene de amor hacia el que se fue, pero también hacia el que queda.

Cristo quiere que viva el presente con determinación.

El mundo lo tenemos que transformar nosotros.

No debemos mirar al pasado: ni con añoranza ni con rencor. El hecho de mirar hacia atrás nos petrifica y nos anula.

Dios quiere que seamos nosotros los inductores del cambio.

Estaba escrito que lo que ocurrió en Israel tenía que ocurrir, el hombre de entonces no daba más de sí. El hombre del futuro debe ser diferente; no puede cometer los mismos errores. Ni el pueblo contra su Iglesia, ni la Iglesia contra su pueblo. Solamente tenemos que empezar a actuar sin mayor dilación, pero movidos por el amor de Cristo, para que no sea estéril su muerte, para que no sean estériles sus enseñanzas.

 

Dios siempre premia al justo. Cristo, su Hijo, fue justo y amoroso: Dios lo resucitó. Si nosotros ya libres del pecado, somos justos y amorosos con nuestro prójimo, Dios nos resucitará, y colmará todos nuestros deseos de bienestar, de paz y de concordia. Nadie quedará defraudado si espera en el Señor. Incluso, podemos adelantar su vuelta.

 

En estos días de Semana Santa hemos aprendido la lección: Entrega, entrega, entrega.  Y no es imposible. Lo que tenemos que hacer, es ponerlo en nuestro programa del día a día y acostumbrarnos a obrar así. Después será nuestro modo de vida. Entonces lo que nos parecerá mal, será obrar de otro modo, de manera contraria a lo que Dios espera de nosotros.

 

Piensa que para dar el salto de este mundo al otro, nos examinarán del amor. Esta vida es un soplo. Recuerda desde que naciste hasta ahora. Cuatro imágenes tienes en el recuerdo. Pues así pasará lo que queda “en un abrir y cerrar de ojos” como se dice coloquialmente. No nos agarremos tanto a las cosas, todo es pasajero. Tú solo eres eterno. Vive la vida de tal manera que el recuerdo de tus acciones te llenen de satisfacción y orgullo. Crea un entorno lleno de gratitud y de ilusión. Te digo lo que te decía en un principio: Ya eres libre y nadie puede nada contra ti. Podrán matar tu cuerpo, pero tu espíritu prevalecerá sobre toda agresión. Y si Dios te concede la gracia de llegar a viejo/vieja, piensa en la semilla cuando está en la tierra: se destruye agotándose poco a poco para que de ese cuerpo nazca un nuevo retoño, una nueva vida, para nunca más morir.

¡¡¡Cristo ha Resucitado, Aleluya!!! ¡¡¡Cristo es nuestro guía, Aleluya!!!        

Diego Caballero – Madrid a 24-4-11

Lectura diaria de la Biblia

sábado, 23 de abril de 2011

24 de Abril 2011 – Domingo

DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR

Mundo: Hombres de mundo, ¿por qué seguís buscando entre los muertos al que vive? ¡Resucitó!

Fe: La vida del cristiano está escondida en Dios con Jesús resucitado, triunfador del pecado y de la muerte.

VIGILIA PASCUAL EN LA NOCHE SANTA

Gn 1, 1-2, 2: Vio Dios todo lo que había hecho: y era muy bueno.

Gn 22, 1-18: El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe.

Ex 14, 15-15, 1: Los israelitas pasaron el mar a pie enjuto.

Is. 54, 5-14: Con misericordia eterna te quiere el Señor, tu redentor.

Is 55, 1-11: Venid a mí: Sellaré con vosotros una alianza perpetua.

Ba 3, 9-15.32-4, 4: Camina a la claridad del resplandor de Señor.

Ez 36, 16-28: Derramaré agua pura, os daré un corazón nuevo.

Rm 6, 3-11: Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo, fuimos incorporados a su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo fue despertado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva. Porque, si nuestra existencia está unida a él en una muerte como la suya, lo estará también en un resurrección como la suya. Comprendamos que nuestra vieja condición ha sido crucificada con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de pecadores y nosotros libres de la esclavitud del pecado; porque el que muere ha quedado absuelto del pecado. Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Porque su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre; y su vivir es un vivir para Dios. Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.

Sal 117, 1-2.16-17.22-23: Aleluya, Aleluya, aleluya.

Mateo 28, 1-10: En la madrugada del sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María la Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos. El ángel habló a las mujeres: vosotras no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: HA RESUCITADO, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id a prisa a decir a sus discípulos: Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis. Mirad, os lo he anunciado. Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: Alegraos. Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies. Jesús les dijo: No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.

MISA DEL DÍA DE PASCUA

Hch 10, 3a.37-43: Pedro tomó la palabra y dijo: Vosotros conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un madero, pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de la resurrección. Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados.

Sal 117, 1-2.16-17.22-23: Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.

Col 3, 1-4: Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.

Juan 20, 1-9: El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aun estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos donde lo han puesto. Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

Lectura diaria de la Biblia

viernes, 22 de abril de 2011

22 de abril 2011 – Viernes

 

VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR

 

Mundo: Cristo entrega su vida para que tenga vida el mundo que lo rechaza.

 

Fe: Jesús Nazareno Rey de los Judíos… y de todo corazón que adora al Crucificado.

 

Is 52, 13-53, 12: Fue traspasado por nuestras rebeliones.

Sal 30, 2.6.12-17.25: Padre, a tus manos encomiendo mi Espíritu.

Hb 4, 14-16; 5, 7-9: A pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer.

 

JUAN 18, 1-19, 42: PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN JUAN

Salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando la patrulla y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis?. Le contestaron: A Jesús, el Nazareno. Les dijo Jesús: Yo soy. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles: Yo soy, retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez: ¿A quién buscáis?. Ellos dijeron: A Jesús, el Nazareno. Jesús contestó: Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos. Y así se cumplió lo que había dicho: No he perdido a ninguno de los que me diste. Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro: Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?.

 

Llevaron a Jesús ante Anás y Caifás. Pedro niega a Jesús

La patrulla, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; era Caifás el que había dado a los judíos este consejo: Conviene que muera un solo hombre por el pueblo. Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada que hacía de portera dijo entonces a Pedro: ¿No eres tú también de los discípulos de este hombre? Él dijo: No lo soy. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose. El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de la doctrina. Jesús le contestó: Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, de que les he hablado. Ellos saben lo que he dicho yo. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo: ¿Así contestas al sumo sacerdote?. Jesús respondió: Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿Por qué me pegas?. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote.

Simón Pedro estaba en pie, calentándose, y le dijeron: ¿No eres tú también de sus discípulos? Él lo negó, diciendo: No lo soy. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo: ¿No te he visto yo con él en el huerto?. Pedro volvió a negar, y enseguida cantó un gallo.

 

Mi reino no es de este mundo

Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en el pretorio para no incurrir en impurezas y poder así comer la Pascua. Salió Pilatos afuera, adonde estaban ellos, y dijo: ¿Qué acusación presentáis contra este hombre?. Le contestaron: Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos. Pilato les dijo: Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley. Los judíos le dijeron: No estamos autorizados para dar muerte a nadie. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir. Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el rey de los judíos?. Jesús le contestó: ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?. Pilato replicó: ¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?. Jesús le contestó: Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí. Pilato le dijo: Con qué, ¿tú eres rey?. Jesús le contestó: Tú lo dices: Soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz. Pilato le dijo: Y, ¿qué es la verdad?. Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo: Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?. Volvieron a gritar: A ése no, a Barrabas. El tal Barrabas era un bandido.

 

¡Salve, rey de los judíos! ¡Crucifícalo!

Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían: ¡Salve, rey de los judíos!. Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo: Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo: Aquí lo tenéis. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron: ¡Crucifícalo!, ¡crucifícalo!. Pilato les dijo: Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él. Los judíos le contestaron: Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más y, entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús: ¿De donde eres tú?. Pero Jesús no le dio respuesta. Y Pilato le dijo: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte? Jesús le contestó: No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban: Si sueltas a ése, no eres amigo del Cesar. Todo el que se declara rey está contra el Cesar. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman el Enlosado (en hebreo Gábbata). Era el día de la preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos: Aquí tenéis a vuestro rey. Ellos gritaron: ¡Fuera, fuera; crucifícalo!. Pilato les dijo: ¿A vuestro rey voy a crucificar?. Contestaron los sumos sacerdotes: No tenemos más rey que al Cesar. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.

 

Lo crucificaron, y con él a otros dos

Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado de la Calavera (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en el que estaba escrito: Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos. Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: No escribas: “El rey de los judíos” sino: “Este ha dicho: Soy el rey de los judíos”. Pilato les contestó: Lo escrito, escrito está. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, tomaron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron: No la rasguemos, sino echemos a suerte, a ver a quien le toca. Así se cumplió la escritura: Se repartieron mi ropa y echaron a suerte mi túnica. Esto hicieron los soldados. Junto a la cruz de Jesús estaba su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego, dijo al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la escritura dijo: Tengo sed. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre dijo: Está cumplido. E, inclinando la cabeza, entregó el Espíritu.

 

Y al punto salió sangre y agua

Los judíos entonces, como era el día de la preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilatos que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la escritura: No le quebrarán un hueso; y en otro lugar la escritura dice: Mirarán al que atravesaron.

 

Vendaron todo el cuerpo de Jesús, con los aromas

Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús por miedo a los judíos. Pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo, con los aromas según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.  

Lectura diaria de la Biblia

jueves, 21 de abril de 2011

21 de abril 2011 – Jueves

 

Mundo: La Eucaristía, el amor cristiano y el sacerdocio, dones de Cristo, son ridiculizados por sus enemigos.

 

Fe: Sin amor no se puede ser cristiano, y para amar es necesario la Eucaristía que nos ofrecen tus sacerdotes.

 

JUEVES SANTO DE LA CENA DEL SEÑOR

Ex 12, 1-8.11-14: Prescripciones sobre la cena pascual. Sal 115, 12-18: El cáliz de la bendición es comunión con la sangre de Cristo

 

1Co 11, 23-26: Cuando coméis y bebéis, proclamáis la muerte del Señor.

 

Juan 13, 1-15: Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando, y ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándolos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo: Señor, ¿lavarme los pies tú a mí? Jesús le replicó: Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde. Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le contestó: Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo. Simón Pedro le dijo: Señor no solo los pies, sino también las manos y la cabeza. Jesús le dijo: Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos. Porque sabía quien lo iba a entregar, por eso dijo: No todos estáis limpios. Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.

Ex 12, 1-8.11-14; Sal 115, 12-18; 1Co 11, 23-26 . Juan 13, 1-15  

Lectura diaria de la Biblia

miércoles, 20 de abril de 2011

20 de abril 2011 – Miércoles

Mundo: Hay quienes creen que son más poderosos pecando que Dios perdonando: hasta ahí puede llegar la soberbia que impide la conversión.

Fe: Es preferible morir antes de traicionar a Jesús y venderlo por unas monedas.

Uno de vosotros me va a entregar. Uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los somos sacerdotes y les propuso: “¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?”. Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo. El primer día de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: “¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?”. Él contestó: Id a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: “El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”. Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los doce. Mientras comían dijo: “Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar” Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro: “¿Soy yo acaso, Señor?”. El respondió: “El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va ha entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va ha entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido”. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: “¿Soy yo acaso, Maestro?”.Él respondió: “Tú lo has dicho”.

Is 50, 4-9a; Sal 68, 8-10.21-22.31-34 . Mateo 26, 14-25 

Lectura diaria de la Biblia

martes, 19 de abril de 2011

19 de abril 2011 – Martes

 

Mundo: ¿No entregan a Cristo quienes retiran los crucifijos y persiguen al cristianismo?

 

Fe: El cristiano no siempre es fiel a Jesús, pero siempre cuenta con su amor, su mirada, su perdón: se fía del Maestro.

Jesús, profundamente conmovido, dijo: os aseguro que uno de vosotros, me va a entregar. Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía. Uno de ellos, el que Jesús tanto amaba, estaba reclinado a la mesa junto a su pecho. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó: Señor, ¿quién es?. Le contestó Jesús: Aquel a quién yo le dé este trozo de pan untado. Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo: Lo que tienes que hacer, hazlo enseguida. Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió, dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: Pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros: “Donde yo voy, vosotros no podéis ir”. Simón Pedro le dijo: Señor, ¿adonde vas?. Jesús le respondió: Adonde yo voy no me puedes acompañar ahora, me acompañarás más tarde. Pedro replicó: Señor, ¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi vida por ti. Jesús le contestó: ¿Con que darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces.

 

Is 49, 1-6; Sal 70, 1-6.15.17 . Juan 13, 21-33.36-38 

Lectura diaria de la Biblia

lunes, 18 de abril de 2011

18 de abril 2011 – Lunes

 

Mundo: No faltan hoy quienes critican a la Iglesia por el esplendor de su culto a Dios y a la Virgen, y olvidan la inmensa labor a favor de los pobres.

 

Fe: Jesús sigue vivo y presente en los pobres, a quienes acogen y ayudan los cristianos.

Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice: ¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselo a los pobres? Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa llevaba lo que iban echando. Jesús dijo: “Déjala, lo tenía guardado para el día de mi sepultura”; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis. Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.

 

Is 42, 1-7; Sal 26, 1-3.13-14 . Juan 12, 1-11 

Entregado a la muerte por amor

lunes, 18 de abril de 2011

Amado Jesús. ¡Que dolor tan inmenso y que gran soledad debiste sentir para llegar a decir: ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?

En los últimos minutos, cuando agonizaba ¿adonde estaba Lázaro, el ciego de Jericó, el ciego de Siloe, el paralítico, el centurión y los cientos o miles de agraciados por curaciones o prodigios, sus discípulos, su pueblo: el pueblo de Dios, pueblo que esperaba al Mesías…

Seguro que lo menos importante fue el dolor físico. La actuación de los romanos, acostumbrados a invadir países, era de lo más previsible. Lo menos lógico fue que el pueblo de Dios que esperaba al Mesías con unas características, además de esto otro: subido en un pollino, signos claros de identidad, (Isaías) sirva estos para detener a Jesús y crucificarlo.

El mundo al que había venido a salvar, a otorgarle la vida eterna, con su perdón, le había dado la espalda, y su Padre le había abandonado. ¡Que muerte tan injusta! Solo el amor pudo ayudarle a no enloquecer.

A la luz de los hechos, vemos que Dios nunca abandona, lo que ocurre es que no se hace notar, y Jesús extenuado de dolor de alma y cuerpo, necesitaba una gota de consuelo, un poquito de alivio, algún signo que le mitigara su dolor.

Todo se ha cumplido, y hasta la última tilde se cumplirá.

Debemos tener presente que Jesucristo ya no vendrá a servir, ya vendrá a que le sirvan.

…al nombre de Jesús toda rodilla se doble, en el cielo, en la tierra y en el Abismo,  y toda lengua proclame: ¡Jesucristo es Señor! Para gloria de Dios Padre.

Lectura diaria de la Biblia

domingo, 17 de abril de 2011

17 de Abril 2011 – Domingo

 

DOMINGO DE RAMOS

 

Mundo: No importa que el pueblo vitoree a Cristo: los que traman su muerte acabarán crucificándolo.

 

Fe: Los niños y la gente sencilla hoy aclaman a Jesús. ¿Qué gritarán el viernes ante Pilatos?

 

PROCESIÓN

 

Cuando se acercaba a Jerusalén y llegaron a Betfage, junto al monte de los olivos, Jesús mandó dos discípulos, diciéndoles: Id a la aldea de enfrente, encontraréis enseguida una borrica atada con su pollino, desatadlos y traédmelos. Si alguien os dice algo, contestadle que el Señor los necesita y los devolverá pronto. Esto ocurrió para que se cumpliese lo que dijo el profeta: Decid a la hija de Sión: “Mira a tu rey, que viene a ti, humilde, montado en un asno, en un pollino, hijo de acémila”. Fueron los discípulos e hicieron lo que les había mandado Jesús: trajeron la borrica y el pollino, echaron encima sus mantos, y Jesús se montó. La multitud extendió sus mantos por el camino; algunos cortaban ramas de árboles y alfombraban la calzada. Y la gente que iba delante y detrás gritaba: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en el cielo!. Al entrar en Jerusalén, toda la ciudad preguntaba alborotada: ¿Quién es éste?. La gente que venía con él decía: Es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea. Mateo 21, 1-11

 

MISA  

 

Is 50, 4-7: Mi señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor Dios me ha abierto el oído; y yo no me he revelado ni me he echado atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba. No oculté el rostro a los insultos y salivazos. Mi Señor me ayudaba, por eso no quedaba confundido, por eso ofrecí el rostro como pedernal y sé que no quedaré avergonzado.
 

Sal 21, 8-9, 17-24: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?.

                                            

Flp 2, 6-11: Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango, y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo, y le concedió el “Nombre-sobre-todo-nombre”; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble –en el cielo, en la tierra, en el Abismo-, y toda lengua proclame: ¡Jesucristo es el Señor!, para gloria de Dios Padre.  

 

Mateo 27, 11-54: PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.

Jesus fue llevado ante Poncio Pilato, y el gobernador le preguntó: ¿Eres tú el rey de los judíos?. Jesús respondió: Tú lo dices. Y, mientras lo acusaban los sumos sacerdotes y los ancianos, no contestaba nada. Entonces Pilato le pregunto: ¿No oyes cuantos cargos presentan contra ti?. Como no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. Por la fiesta, el gobernador solía soltar un preso, el que la gente quisiera. Había entonces un preso famoso, llamado Barrabas. Cuando la gente acudió, les dijo Pilato: ¿A quién queréis que os suelte, a Barrabas o a Jesús, a quien llaman el Mesías?. Pues sabía que se lo habían entregado por envidia. Y, mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó a decir: No te metas con ese justo, porque esta noche he sufrido mucho soñando con él. Pero los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la gente que pidieran el indulto de Barrabas y la muerte de Jesús. El gobernador preguntó: ¿A cuál de los dos queréis que os suelte?. Ellos dijeron: A Barrabas. Pilato les preguntó: ¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?. Contestaron todos: Que lo crucifiquen. Pilato insistió: Pues, ¿Qué mal ha hecho?. Pero ellos gritaban más fuerte: ¡Que lo crucifiquen!. Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos en presencia de la multitud, diciendo: Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!. Y el pueblo entero contestó: ¡Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!. Entonces les soltó a Barrabas; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante él la rodilla, se burlaban de él, diciendo: ¡Salve, rey de los judíos!. Luego le escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza. Y, terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir la calavera), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa, echándola a suertes, y luego se sentaron a custodiarlo. Encima de su cabeza colocaron un letrero con la acusación: Este es Jesús, el rey de los judíos. Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban lo injuriaban y decían, meneando al cabeza: “Tú que destruías el templo y lo reconstruías entres días, sálvate a ti mismo; “si eres Hijo de Dios, baja de la cruz”. Los sumos sacerdotes con los escribas y los ancianos se burlaban también, diciendo: A otros ha salvado, y él no se puede salvar. ¿No es el rey de Israel? Que baje ahora de la cruz, y le creeremos. ¿No ha confiado en Dios? Si tanto lo quiere Dios, que lo libre ahora. ¿No decía que era hijo de Dios?. Hasta los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban. Desde el medio día hasta la media tarde, vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde, Jesús gritó: Elí, Elí, lamá sabaktaní. (Es decir: Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?. Al oírlo, algunos de los que estaban por allí dijeron: A Elías llama éste. Uno de ellos fue corriendo; enseguida, tomó una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio a beber. Los demás decían: Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo. Jesús dio otro grito fuerte y exhaló el Espíritu. Entonces, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se rajaron. Las tumbas se abrieron, y muchos cuerpos santos que habían muerto resucitaron. Después que él resucitó, salieron de las tumbas, entraron en la Ciudad santa y se aparecieron a muchos. El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba, dijeron aterrorizados: “Realmente éste era Hijo de Dios”.     

Lectura diaria de la Biblia

sábado, 16 de abril de 2011

16 de abril 2011 – Sábado

 

Mundo: Deciden dar muerte a Jesús para acabar con él, sin saber que no hay quien pueda contra él ni contra su Iglesia.

 

Fe: Convenía que muriera uno para dar vida a millones, de Israel y del mundo entero.

Muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús (la resurrección de Lázaro), creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron: ¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación. Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera. Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no sólo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos. Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente con los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos. Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban: ¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta? Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de donde estaba les avisara para prenderlo.

 

Ez 37, 21-28; Sal Jr 31, 10-13 . Juan 11, 45-57