Lectura diaria de la Biblia

5 de diciembre 2021 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: Hoy, segundo domingo de Adviento, se nos indica cómo dar sustancia a la espera propia del Adviento: emprendiendo un camino de conversión, haciendo concreta esa espera. Como guía en este camino, el Evangelio nos presenta la figura de Juan el Bautista, que recorrió toda la región del río Jordán, predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Para describir la misión del Bautista, el evangelista Lucas recoge la antigua profecía de Isaías que dice así: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; los valles serán rellenados, los montes y colinas serán rebajados; lo torcido será enderezado, lo escabroso será camino llano. Para preparar el camino al Señor que viene, es necesario tener en cuenta los requisitos de conversión a la que invita el Bautista. ¿Cuáles son estos requisitos de conversión? 1. Ante todo, estamos llamados a rellenar los valles causados por la frialdad y la indiferencia, abriéndonos a los demás con los mismos sentimientos de Jesús, es decir, con esa cordialidad y atención fraterna que se hace cargo de las necesidades del prójimo. Es decir, rellenar los barrancos producidos por la frialdad. No se puede tener una relación de amor, de fraternidad con el prójimo si hay “agujeros”, como no se puede ir por un camino con baches. 2. Después es necesario rebajar tantas asperezas causadas por el orgullo y la soberbia. Cuanta gente, quizá sin darse cuenta, es soberbia, áspera, no tiene esa relación de cordialidad. Hay que superar esto haciendo gestos concretos de reconciliación con nuestros hermanos, de solicitud de perdón por nuestras culpas. No es fácil reconciliarse, siempre se piensa: ¿quién da el primer paso? Pero el Señor nos ayuda a hacerlo si tenemos buena voluntad. La conversión es completa si lleva a reconocer humildemente nuestros errores, nuestras infidelidades, nuestras faltas. El creyente es aquel que, a través de su hacerse cercano al hermanos, como Juan el Bautista, abre caminos en el desierto, es decir, indica perspectivas de esperanza incluso en aquellos contextos existenciales tortuosos, marcados por el fracaso y la derrota (9-12-2018).

Baruc 5, 1-9: Jerusalén, despójate de tu vestido de luto y aflicción que llevas, y viste las galas perpetuas de la gloria que Dios te concede. Envuélvete ahora en el manto de la justicia de Dios, y ponte a la cabeza la diadema de la gloria del eterno, porque Dios mostrará tu esplendor a cuantos habitan bajo el cielo. Dios te dará un nombre para siempre: Paz en la justicia y gloria en la piedad. En pie, Jerusalén, sube a la altura, mira hacia oriente y contempla a tus hijos; el Santo los reúne de oriente a occidente, y llegan gozosos invocando a su Dios. A pie tuvieron que partir, conducidos por el enemigo, pero Dios te los traerá con gloria, como llevados en carroza real. Dios ha mandado a rebajarse a todos los montes elevados y a todas las colinas encumbradas; ha mandado rellenarse a los barrancos hasta hacer que el suelo se nivele, para que Israel camine seguro, guiado por la gloria de Dios. Ha mandado a los bosques y a los árboles aromáticos que den sombra a Israel. Porque Dios guiará a Israel con alegría, a la luz de su gloria, con su justicia y su misericordia.

Salmo 125, 1-6: El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

Filipenses 1, 4-6.8-11: Hermanos. Siempre que rezo por todos vosotros, lo hago con gran alegría. Porque habéis sido colaboradores míos en la obra del evangelio, desde el primer día hasta hoy. Esta es nuestra confianza: que el que ha inaugurado entre vosotros esta buena obra, la llevará adelante hasta el día de Cristo Jesús. Testigo me es Dios del amor entrañable con que os quiero, en Cristo Jesús. Y esta es mi oración: que vuestro amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad para apreciar los valores. Así llegaréis al día de Cristo limpios e irreprochables, cargados de frutos de justicia, por medio de Cristo Jesús, para gloria y alabanza de Dios.

Lucas 3, 1-6: En el año decimoquinto del imperio del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Filipo virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanio tetrarca de Avilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: Voz del que grita en el desierto: preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; los valles serán rellenados, los montes y colinas serán rebajados; lo torcido será enderezado, lo escabroso será camino llano. Y toda carne verá la salvación de Dios.

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