Lectura diaria de la Biblia

17 de Octubre 2010 – Domingo

 

Mundo: Al hablar Cristo de la oración perseverante, ¿cómo pueden reaccionar los incrédulos, sin fe en el poder de Dios y con fe en su independencia ante Dios?

 

Fe: La pregunta de Jesús implica un serio compromiso para todo cristiano: Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?.

 

Ex 17, 8-13: Amalec vino y atacó a los israelitas en Rafidín. Moisés dijo a Josué: Escoge unos cuantos hombres, haz una salida y ataca a Amalec. Mañana yo estaré en pie en la cima del monte con el bastón maravilloso en la mano. Hizo Josué lo que le decía Moisés y atacó a Amalec: Moisés, Aarón y Jur subieron a la cima del monte. Mientras Moisés tenía en alto la mano, vencía Israel; mientras la tenía bajada, vencía Amalec. Y como le pesaban las manos, sus compañeros tomaron una piedra y se la pusieron debajo para que se sentase; Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado. Así sostuvo en alto las manos hasta la puesta del sol. Josué derrotó a Amalec y a su tropa, a filo de espada.

 

Sal 120, 1-8: El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.

                                            

2Tm 3, 14-4, 2: Permanece en lo que has aprendido y se te ha confiado; sabiendo de quién lo aprendiste, y que desde niño conoces la Sagrada Escritura: ella puede darte la sabiduría que por fe en Cristo Jesús conduce a la salvación. Toda escritura inspirada por Dios es también útil para enseñar, para reprender, para corregir, para educar en la virtud: así el hombre de Dios estará perfectamente equipado para toda obra buena. Ante Dios y ante Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y muertos, te conjuro por su venida en majestad: proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, reprocha, exhorta, con toda paciencia y deseo de instruir.

 

Lucas 18, 1-8: Jesús, para explicar a los discípulos como tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: “hazme justicia frente a mi adversario”; por algún tiempo se negó, pero después se dijo: “Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esa viuda me está fastidiando, la haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara”. Y el Señor respondió: Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?, ¿O les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?.

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