Lectura diaria de la Biblia

17 de mayo 2008 – sábado

                                              Este es mi Hijo amado; escuchadlo 

Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: Maestro, ¡Qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. Estaban asustados, y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: Éste es mi Hijo amado; escuchadlo. De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos. Esto se les quedó grabado, y discutían que querría decir aquello de resucitar de entre los muertos. Le preguntaron: ¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías? Les contestó Él: Elías vendrá primero y lo restablecerá todo. Ahora, ¿Por qué está escrito que el Hijo del hombre tiene que padecer mucho y ser despreciado? Os digo que Elías ya ha venido, y han hecho con él lo que han querido, como estaba escrito.

St 3, 1-10 Sal 11, 2-8; Marcos 9, 1-12

16 de mayo 2008 – viernes

                               El que pierda la vida por mí la salvará                      
 

Jesús llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: El que quiera venirse conmigo, que se niegue así mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierde su vida por mí y por el evangelio la salvará. Pues ¿De que le sirve al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar uno para recobrarla? Quien se avergüence de mí y de mis palabras, en esta generación descreída y malvada, también el Hijo de hombre se avergonzará de él, cuando venga con la gloria de su Padre entre los santos ángeles. Y añadió: Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán si haber visto llegar el reino de Dios en toda su potencia.

St 2, 14-24.26; Sal 111, 1-6; Marcos 8, 34-9,1

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