Lectura diaria de la Biblia

20 de noviembre 2021 – sábado. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: No sorprende que un misterio tan grande, tan decisivo, tan sobrehumano como el de la Resurrección haya requerido todo el itinerario, todo el tiempo necesario, hasta llegar a Jesucristo. Él puede decir: Yo soy la resurrección y la vida (Jn 11, 25), porque en él este misterio no solo se revela plenamente, sino que llega a ser realidad por primera vez y definitivamente. El relato de la muerte de Jesús y del sepulcro vacío representa la cima de todo ese camino: ese el acontecimiento de la Resurrección, que responde a la larga búsqueda del pueblo de Dios. Cada uno de nosotros está invitado a entrar en este acontecimiento (3-11-2014).

Se acercaron algunos saduceos, los que dicen que no hay resurrección, y preguntaron: Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, que tome la mujer como esposa y dé descendencia a su hermano”. Pues bien, había siete hermanos; el primero se casó y murió sin hijos. El segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete, y murieron todos sin dejar hijos. Por último, también murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete la tuvieron como mujer. Jesús les dijo: En este mundo, los hombres se casan y las mujeres toman esposo, pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos no se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio. Pues ya no pueden morir, ya que son como ángeles y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección. Y que los muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos. Intervinieron unos escribas: “Bien dicho, Maestro”. Y ya no se atrevían a hacerle más preguntas.

1 Macabeos 6, 1-13; Salmo 9, 2-4.6.16.19 . Lucas 20, 27-40

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