Lectura diaria de la Biblia

27 de junio 2021 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: El Evangelio de este domingo presenta dos prodigios hechos por Jesús, describiéndolos casi como una especie de marcha triunfal hacia la vida. 1. Primero. Jairo, uno de los jefes de la Sinagoga, que va donde Jesús y le suplica ir a su casa porque la hija de doce años se está muriendo. Jesús acepta y va con él; pero, de camino, llega la noticia de que la chica a muerto. Podemos imaginar la reacción de aquel padre. Pero Jesús le dice: No temas, basta que tengas fe. Llegados a casa de Jairo, Jesús hace salir a la gente que lloraba y entra en la habitación solo con los padres y los tres discípulos y dirigiéndose a la difunta dice: Contigo hablo, niña, levántate. E inmediatamente la chica se levanta, como despertándose de un sueño profundo. 2. Dentro del relato de este milagro, Marcos incluye otro: la curación de una mujer que sufría de hemorragias y se cura en cuanto toca el manto de Jesús. Aquí impresiona el hecho de que la fe de esta mujer atrae –a mi me entran ganas de decir “roba”- el poder divino de salvación que hay en Cristo, el que, sintiendo que una fuerza “había salido de él”, intenta entender qué ha pasado. Y le dice: “Hija, tu fe te ha salvado”. 3. Se trata de dos relatos entrelazados, con un único centro: la fe, y muestran a Jesús como fuente de vida, como quien vuelve a dar la vida quien confía plenamente en él. Los dos protagonistas, es decir, el padre de la muchacha y la mujer enferma, no son discípulos de Jesús y sin embargo son escuchados por su fe. Tienen la fe en aquel hombre. De esto comprendemos que en el camino del Señor están admitidos todos: ninguno debe sentirse un intruso o uno que no tiene derecho. Para tener acceso a su corazón, al corazón de Jesús hay un solo requisito: sentirse necesitado de curación y confiarse a él. Yo os pregunto: ¿Tú te sientes necesitado de curación? ¿De cualquier cosa, de cualquier pecado, de cualquier problema? Y, si sientes esto, ¿tienes fe en Jesús? Jesús los libera del miedo de vivir con una mirada y con una palabra que los pone de nuevo en camino después de tantos sufrimientos y humillaciones. También nosotros estamos llamados a aprender y a imitar estas palabras que liberan y a estas miradas que restituyen las ganas de vivir a quien está privado (1-7-2018).

Sabiduría 1, 13-15; 2, 23-25: Dios no ha hecho la muerte, ni se complace destruyendo a los vivos. Él todo lo creó para que subsistiera y las criaturas del mundo son saludables: no hay en ellas veneno de muerte, ni el abismo reina en la tierra. Porque la justicia es inmortal. Dios creó al hombre incorruptible y lo hizo a imagen de su propio ser; mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la experimentan los de su bando.

Salmo 29, 2.4-6.11-13b: Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

2Corintios 8, 7-9.13-15: Hermanos: Lo mismo que sobresalís en todo -en fe, en la palabra, en conocimiento, en empeño y en el amor que os hemos comunicado-, sobresalid también en esta obra de caridad. No os lo digo como un mandato, sino que deseo comprobar, mediante el interés por los demás, la sinceridad de vuestro amor. Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros, para enriqueceros con su pobreza. Pues no se trata de aliviar a otros pasando vosotros estrecheces; se trata de igualar. En este momento, vuestra abundancia remedia su carencia, para que la abundancia de ellos remedie vuestra carencia; así habrá igualdad. Como está escrito: “Al que recogía mucho, no le sobraba; y al que recogía poco no le faltaba”.

Marcos 5, 21-30.33-43: Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al mar. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, , al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva. Se fue con él, y lo seguía mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto pensando: Con solo tocarle el manto curaré. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando ha había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente y preguntaba: ¿Quién me ha tocado el manto?… Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz queda curada de tu enfermedad. Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro? Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: No temas; basta que tengas fe. No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo: ¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida. Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos, y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la tomó de la mano, y le dijo: Talitha qumi (que significa: contigo hablo, niña, levántate). La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y se quedaron fuera de sí llenos de estupor. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

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