Lectura diaria de la Biblia

6 de junio 2021 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO

Papa Francisco: Hoy en muchos países se celebra la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo o, según la expresión latina más conocida, la solemnidad del Corpus Christi. El Evangelio nos trae las palabras de Jesús, pronunciadas en la Última Cena con sus discípulos: Tomad, esto es mi cuerpo. Y después: Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. Precisamente en la fuerza de ese testamento de amor, la comunidad cristiana se reúne cada domingo y cada día, en torno a la Eucaristía, sacramento del sacrificio redentor de Cristo. Y atraídos por su presencia real, los cristianos lo adoran y lo contemplan a través del humilde signo del pan convertido en su Cuerpo. Toda celebración eucarística, a la vez que constituye un acto de culto público a Dios, recuerda la vida y hechos concretos de nuestra existencia. Mientras nos nutrimos con el Cuerpo y Sangre de Cristo, nos asimilamos a él, recibimos en nosotros su amor, no para retenerlo celosamente, sino para compartirlo con los demás. La fiesta del Corpus es un misterio de atracción y de transformación en Cristo. Y es escuela de amor concreto, paciente y sacrificado, como Jesús en la cruz. Expresión de la piedad eucarística popular son las procesiones con el Santísimo Sacramento, que se celebran en la solemnidad de hoy. Os invito a participar, físicamente asistiendo o también espiritualmente, a través de la radio y la televisión (3-6-2018).

Éxodo 24, 3-8: Moisés bajó y contó al pueblo todas las palabras del Señor y todos sus decretos; y el pueblo contestó con voz unánime: Cumpliremos todas las palabras que ha dicho el Señor. Moisés escribió todas las palabras del Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce estelas, por las doce tribus de Israel. Y mandó algunos jóvenes de los hijos de Israel ofrecer al Señor holocaustos e inmolar novillos como sacrificio de comunión. Tomó Moisés la mitad de la sangre y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar. Después tomó el documento de la alianza, se lo leyó en alta voz al pueblo, el cual respondió: Haremos todo lo que ha dicho el Señor y le obedeceremos. Entonces Moisés tomó la sangre y roció al pueblo, diciendo: Esta es la sangre de la alianza que el Señor ha concertado con vosotros, de acuerdo con todas estas palabras.

Salmo 115, 12-13.15-18: Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor.

Hebreos 9, 11-15: Hermanos: Cristo ha venido como Sumo Sacerdote de los bienes definitivos. Su tienda es más grande y más perfecta: No hecha por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado. No lleva sangre de machos cabríos, ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna. Si la sangre de machos cabríos y de toros, y la ceniza de una becerra, santifican con su aspersión a los profanos, devolviéndoles la pureza externa, ¡cuanto más la sangre de Cristo que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, para que demos culto del Dios vivo! Por esa razón, es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna.

Marcos 14, 12-16.22-26: El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: ¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?. Él envió a dos discípulos diciéndoles: Id a la ciudad, os saldrá al paso un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo, y en la casa en que entre, decidle al dueño: “El maestro pregunta: ¿Cuál es la habitación donde voy a comer la Pascua con mis discípulos?”. Os enseñará una habitación grande en el piso de arriba, acondicionada y dispuesta. Preparádnosla allí. Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la Pascua. Mientras comían, Jesús tomó pan, y pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo: Tomad, esto es mi cuerpo. Después, tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos bebieron. Y les dijo: Ésta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. En verdad os digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios. Después de cantar el himno, salieron para el Monte de los Olivos.

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