Lectura diaria de la Biblia

1 de noviembre 2020 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS

Papa Francisco: Estamos unidos a todos los santos: no solo a los más conocidos, los del calendario, sino también a los de la puerta de al lado, a los miembros de nuestra familia y conocidos que ahora forman parte de esa inmensa multitud. Hoy, pues, es una fiesta familiar. Los santos están cerca de nosotros, de hecho, son nuestros verdaderos hermanos y hermanas. Nos entienden, nos aman, saben lo que es nuestro verdadero bien, nos ayudan y nos esperan. Son felices y nos quieren felices con ellos en el paraíso. Por este motivo, nos invitan al camino de la felicidad, indicado en el Evangelio de hoy, tan hermoso y conocido: Bienaventurados los pobres de espíritu…, los mansos, los limpios de corazón… El Evangelio dice bienaventurados los pobres, mientras que el mundo dice bienaventurados los ricos; dice bienaventurados los mansos, mientras que el mundo dice bienaventurados los prepotentes; dice bienaventurados los puros, mientras que el mundo dice bienaventurados los astutos y los vividores. Este camino de la bienaventuranza, de la santidad, parece conducir al fracaso. Y, sin embargo, los santos tienen palmas en sus manos, es decir, los símbolos de la victoria. Han ganado ellos, no el mundo. Y nos exhortan a elegir su parte, la de Dios que es santo. Preguntémonos de qué lado estamos: ¿del cielo o de la tierra? ¿Vivimos para el Señor o para nosotros mismos, para la felicidad eterna o para alguna satisfacción ahora? Preguntémonos: ¿realmente queremos la santidad? ¿O nos contentamos con ser cristianos sin pena ni gloria, que creen en Dios y estiman a los demás pero si exagerar? El Señor lo pide todo y lo que ofrece es la verdadera vida, la felicidad para la cual fuimos creado (1-11-2018).

Apocalipsis 7, 2-4.9-14 Yo, Juan, vi a otro ángel que subía del oriente llevando el sello de Dios vivo. Gritó con voz potente a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar, diciéndoles: no dañéis a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que sellemos en la frente a los siervos de nuestro Dios. Oí también el número de los marcados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel. Después de esto vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritan con voz potente: ¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del cordero!. Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes cayeron rostro a tierra ante el trono, y adoraron a Dios, diciendo: Amén. La alabanza y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza son de nuestro Dios, por los siglos de los siglos. Amén. Y uno de los ancianos me dijo: Estos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de donde han venido?. Yo le respondí: Señor mío, tú lo sabrás. Él me respondió. Estos son los que vienen de gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del cordero.

Salmo 23, 1-6: Esta es la generación, que busca tu rostro, Señor.

1Juan 3, 1-3: Mirad que amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no lo conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es. Todo el que tiene esta esperanza en él, se purifica así mismo, como él es puro.

Mateo 5, 1-12a: Al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo: Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

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