Lectura diaria de la Biblia

20 de octubre 2019 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: En el episodio de Moisés hay un mensaje importante: el compromiso de la oración necesita del apoyo de otro. El cansancio es inevitable, y en ocasiones ya no podemos más, pero con la ayuda de los hermanos nuestra oración puede continuar, hasta que el Señor concluya su obra. San Pablo, escribiendo a su discípulo y colaborador Timoteo, le recomienda que permanezca firme en lo que ha aprendido y creído con convicción. Pero tampoco Timoteo podía hacerlo solo: no se vence la batalla de la perseverancia sin la oración Pero no una oración esporádica e inestable, sino hecha como Jesús enseña en el Evangelio de hoy: Orar siempre sin desanimarse (Lc 18, 1). Este es el modo de obrar cristiano: estar firmes en la oración para permanecer firmes en la fe y en el testimonio. Y de nuevo surge una voz dentro de nosotros: pero, Señor, ¿cómo es posible no cansarse? Somos seres humanos, incluso Moisés se cansó. Es cierto, cada uno de nosotros se cansa. Pero no estamos solos, somos parte de un cuerpo. Somos miembros del cuerpo de Cristo, la Iglesia, cuyos brazos se levantan al cielo día y noche, gracias a la presencia de Cristo resucitado y de su Espíritu Santo. Y solo en la Iglesia y gracias a la oración de la Iglesia podemos permanecer firmes en la fe y en el testimonio. Hemos escuchado la promesa de Jesús en el Evangelio: Dios hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche. Este es el misterio de la oración: gritar, no cansarse y, si te cansas, pide ayuda para mantener las manos levantadas (16-10-2016).

Éxodo 17, 8-13: Amalec vino y atacó a Israel en Rafidín. Moisés dijo a Josué: Escoge unos cuantos hombres, haz una salida y ataca a Amalec. Mañana yo estaré en pie en la cima del monte con el bastón de Dios en la mano. Hizo Josué lo que le decía Moisés y atacó a Amalec; Entre tanto, Moisés, Aarón y Jur subieron a la cima del monte. Mientras Moisés tenía en alto las manos, vencía Israel; mientras la tenía bajada, vencía Amalec. Y, como le pesaban los brazos, sus compañeros tomaron una piedra y se la pusieron debajo para que se sentase; mientras, Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado. Así resistieron en alto sus brazos hasta la puesta del sol. Josué derrotó a Amalec y a su pueblo, a filo de espada.

Salmo 120, 1-8: Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.

2Timoteo 3, 14-4, 2: Querido hermano: Permanece en lo que aprendiste y creíste, consciente de quienes lo aprendiste, y que desde niño conoces la Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús. Toda escritura es inspirada por Dios y además útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para toda obra buena. Te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y a muertos, por su manifestación y por su reino: proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, arguye, reprocha, exhorta, con toda magnanimidad y doctrina.

Lucas 18, 1-8: Jesús decía a sus discípulos una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer. Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En aquella ciudad había una viuda que solía ir a decirle: “Hazme justicia frente a mi adversario”. Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo: “Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esa viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme”. Y el Señor añadió: Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?, ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?.

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