Lectura diaria de la Biblia

25 de agosto 2019 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: La página evangélica de hoy nos sugiere meditar sobre el tema de la salvación. Señor, ¿son pocos los que se salvan? (Lc 13, 23). Jesús no da una respuesta directa sino que traslada el debate a otro plano, con un lenguaje sugestivo: Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. No es cuestión de números –cuantos se salvarán-, sino que todos sepan cual es el camino que conduce a la salvación. Tal recorrido prevé que se atraviese una puerta. Pero, ¿dónde está la puerta? ¿Cómo es la puerta? ¿Quién es la puerta? Jesús mismo es la puerta. Lo dice Él en el Evangelio de Juan: Yo soy la puerta (Jn 10, 9). Él nos conduce a la comunión con el Padre, donde encontramos amor, comprensión y protección. Pero, ¿por qué esta puerta es estrecha? Es una puerta estrecha no porque sea opresiva; sino porque nos exige restringir y contener nuestro orgullo y nuestro miedo, para abrirnos con el corazón humilde y confiado a Él, reconociéndonos pecadores, necesitados de su perdón. La puerta de la misericordia de Dios es estrecha pero ¡siempre abierta de par en par para todos! Y la salvación que nos ofrece es un flujo incesante de misericordia que derriba toda barrera y abre interesantes perspectivas de luz y de paz. Jesús hoy nos ofrece, una vez más, una apremiante invitación a dirigirnos hacia Él, a pasar el umbral de la puerta de la vida plena, reconciliada y feliz. Él nos espera a cada uno de nosotros, cualquiera que sea el pecado que hayamos cometido, para abrazarnos, para ofrecernos su perdón. Solo Él puede transformar nuestro corazón, solo Él puede dar un sentido pleno a nuestra existencia, dándonos la verdadera alegría. Entrando por la puerta de Jesús, la puerta de la fe y del Evangelio, nosotros podemos salir de los comportamientos mundanos, de los malos hábitos, de los egoísmos y de la cerrazón. Cuando hay contacto con el amor y la misericordia de Dios, hay un auténtico cambio (21-8-2016).

Isaías 66, 18-21: Esto dice el Señor: Yo, conociendo sus obras y sus pensamientos, vendré para reunir a las naciones de toda lengua: vendrán para ver mi gloria, les daré una señal, y de entre ellos enviaré supervivientes a las naciones: a Tarsis, Libia, y Lidia (tiradores de arco). Túbal y Grecia; a las costas lejanas que nunca oyeron mi fama ni vieron mi gloria. Ellos anunciarán mi gloria a las naciones. Y de todas las naciones, como ofrenda al Señor, traerán a todos vuestros hermanos, a caballo y en carros y en literas, en mulos y dromedarios, hasta mi Santa montaña de Jerusalén –dice el Señor-, así como los hijos de Israel traen ofrendas, en vasos purificados, al templo del Señor. También de entre ellos escogeré sacerdotes y levitas –dice el Señor-.

Salmo 116: Marcos 16, 15: Id al mundo entero y proclamad el evangelio.

Hebreos 12, 5-7.11-13: Habéis olvidado la exhortación paternal que os dieron: Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor, ni te desanimes por su represión; porque el Señor reprende a los que ama y castiga a sus hijos preferidos. Soportáis la prueba para vuestra corrección, porque Dios os trata como a hijos, pues ¿qué padre no corrige a sus hijos? Ninguna corrección resulta agradable, en el momento, sino que duele; pero luego produce fruto apacible a los ejercitados en ella. Por eso, fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, y caminad por una senda llana; así el pie cojo no se retuerce, sino que se cura.

Lucas 13, 22-30: Jesús pasaba por ciudades y aldeas enseñando y se encaminaba hacia Jerusalén. Uno le preguntó: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Él les dijo: Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta diciendo: “Señor, ábrenos”; pero él os dirá: “No sé quienes sois”. Entonces comenzaréis a decir: “Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas”. Pero él os dirá: “No sé de dónde sois. Alejaos de mí todos los que obráis la iniquidad”. Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios pero vosotros os veáis arrojados fuera. Y vendrán de Oriente y Occidente, del Norte y del Sur y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos.

Los comentarios están cerrados