Lectura diaria de la Biblia

1 de enero 2018 – lunes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS

Papa Francisco: Comenzar el año haciendo memoria de la bondad de Dios en el rostro maternal de María, en el rostro maternal de la Iglesia, en los rostros de nuestras madres, nos protege de la corrosiva enfermedad de la orfandad espiritual. Jesucristo en el momento de mayor entrega de su vida, en la cruz, entregando su vida nos entregó también a su Madre. Y nosotros queremos recibirla en nuestro corazón y en nuestra familia. Queremos encontrarnos con su mirada maternal. Esa mirada que nos libra de la orfandad; nos recuerda que somos hermanos: que yo te pertenezco, y que tú me perteneces; que nos enseña que tenemos que aprender a cuidar la vida de la misma manera y con la misma ternura con la que ella la ha cuidado: sembrando esperanza, sembrando pertenencia, sembrando fraternidad (1-1-2017).

Números 6, 22-27: El Señor habló a Moisés: Di a Arón y a sus hijos: Esta la fórmula con que bendeciréis a los israelitas: El Señor te bendiga y te proteja, ilumine tu rostro sobre ti y te conceda su favor; El Señor si fije en ti y te conceda la paz. Así invocarán mi nombre sobre los israelitas y yo los bendeciré.

Salmo 66, 2-8: El Señor tenga piedad y nos bendiga.

Gálatas 4, 4-7: Cuando llegó la plenitud del tiempo envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción filial. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: “Abba, Padre”. Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

Lucas 2, 16-21: Los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

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