Lectura diaria de la Biblia

1 de julio 2017 – Sábado. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: Jesús predica, y Jesús cura. Toda la jornada era así: predica al pueblo, enseña la Ley, enseña en Evangelio. Y la gente lo busca para escucharlo. ¿Dejo que Jesús me predique, o yo lo sé todo? ¿Escucho a Jesús o prefiero escuchar cualquier otra cosa, quizá las habladurías de la gente, o historias…? Y Jesús sanaba: dejaos curar por Jesús. Todos nosotros tenemos heridas, todos: heridas espirituales, pecados, enemistades, celos; tal vez no saludamos a alguien: ¡Ah! Me hizo esto, ya no lo saludo. Pero hay que curar esto. ¿Y cómo hago? Reza y pide a Jesús que lo sane (8-2-2015).

Al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho. Jesús le contestó: Voy yo a curarlo. Pero el centurión le replicó: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: “Ve” y va; al otro: “Ven”, y viene; a mi criado: “Haz esto”, y lo hace. Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; en cambio, a los hijos del reino los echarán fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. Y dijo Jesús al centurión: Vete; que te suceda según has creído. Y en aquel momento se puso bueno el criado. Al llegar Jesús a casa de Pedro, vio a su suegra en cama con fiebre; la tomó de la mano, y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirles. Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él, con su palabra, expulsó a los espíritus y curó a todos los enfermos, para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades.

Gén 18, 1.15; Sal Lc 1, 46-50.53-55 . Mateo 8, 5-17

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