Lectura diaria de la Biblia

21 de junio 2017 – miércoles. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: Si tenéis mucha riqueza en el corazón -el celo, la caridad, la Palabra de Dios, el conocimiento de Dios- haced que esta riqueza llegue a los bolsillos. Y esta es una regla de oro. Cuando la fe no llega a los bolsillos, no es una fe genuina. San Pablo dice: “Vosotros sois ricos en muchas cosas, ahora, así, sedlo también en la generosidad (colecta)”. La pobreza cristiana es que yo doy de lo mío, también de lo necesario, al pobre, porque sé que él me enriquece. ¿Y por qué me enriquece el pobre? Porque Jesús ha dicho que Él mismo está en el pobre (S.M. 16-6-2015).

Dijo Jesús a sus discípulos: Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos, de lo contrario, no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.

2Cor 9, 6-11; Sal 111, 1-4.9 . Mateo 6, 1-6.16-18

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