Lectura diaria de la Biblia

28 de Agosto 2016 – Domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: Nos hiciste para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti. Con estas palabras, que se han hecho célebres, san Agustín se dirige a Dios en las confesiones, y en estas palabras está la síntesis de toda su vida. Inquietud. Esta palabra me impresiona y me hace reflexionar. Desearía partir de una pregunta: ¿Qué inquietud fundamental vive Agustín en su vida? O tal vez debería decir más bien: ¿Qué inquietudes nos invita a suscitar y a mantener vivas en nuestra vida este gran hombre y santo? Propongo tres: la inquietud de la búsqueda espiritual, la inquietud del encuentro con Dios, la inquietud del amor.

Eclesiástico 3, 17-18.20.28-29: Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te querrán más que al hombre generoso. Hazte pequeño en las grandezas humanas y alcanzarás el favor de Dios; porque es grande la misericordia de Dios, y revela su secreto a los humildes. No corras a curar la herida del cínico, pues no tiene cura, es brote de mala planta. El sabio aprecia la sentencia de los sabios, el oído atento a la sabiduría se alegrará.

Salmo 67, 4-7.10-11: Preparaste, oh Dios, casa para los pobres.

Hebreos 12, 18-19.22-24a: Vosotros no os habéis acercado a un monte tangible, a un fuego encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni habéis oído aquella voz que el pueblo, al oírla, pidió que no le siguiera hablando. Vosotros os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a la asamblea de innumerables ángeles, a la congregación de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al mediador de la nueva alianza, Jesús.

Lucas 14, 1.7-14: Entró Jesús un sábado en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso este ejemplo: Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro, y te dirá: “Cédele el puesto a éste. Entonces, avergonzado, iras a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: “Amigo, sube más arriba”. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido. Y dijo al que lo había invitado: Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos ni a tus hermanos ni a tus parientes ni a tus vecinos ricos; porque corresponderán invitándote y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.

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