Feliz Navidad

 

Hay muchas formas de hablar de Jesús, me refiero a Jesús el unigénito Hijo de Dios, eso lo evidencian los miles y miles de libros escritos con motivo del evangelio. Pero yo voy a decir algo también con motivo de la Navidad.

 

Jesús, un día, hace dos mil años, vino a nosotros como portavoz del Padre. El mundo estaba ya, aparentemente, en disposición de captar y aceptar el mensaje, sin embargo hubo bastantes discrepancias. Fueron hasta tal punto discrepantes los más sabios de la época y del lugar, que no lo creyeron e incluso que lo mataron. ¡Cómo Dios iba a pensar que harían eso con su Hijo!

 

En estos días se conmemora su nacimiento. Él, vino a dar a conocer el evangelio del reino, en especial a los pobres. El evangelio, entre otras cosas, nos dice como debe ser el traje de gala para la fiesta, y al tiempo nos invita a dicha fiesta que se celebrará en el cielo. Invita a toda la humanidad, en principio a seguirle (Él es el camino), y a creer en la verdad. También nos revela que si creemos en Él y le seguimos, Dios nos regala la vida eterna. Vida eterna plena en el cielo.

 

Todos los años, por Navidad, celebramos su venida, volvemos a revivir su invitación, su llamada. Él quiere que seamos todos los que creamos en Él, pero al parecer no es así, no es fácil establecer la fe como lo más prioritario de nuestra vida, el compromiso y la coherencia que requiere la fe es muy fuerte, es tal que nos desnuda ante Dios todas las horas del día. La fe debería inducir, sobre todo a los cristianos, a no hacer aquello que vaya en contra de Dios y de nuestro hermano. Dios como nos ama está permanentemente presente en nuestra vida, con nosotros, deseando nuestro bien. El que rompamos la relación con Él o nunca la tengamos, no significa que se le pueda ocultar la mentira y la obscenidad. 

 

No obstante Cristo sabe que somos pecadores y que somos débiles, dados a tropezar; lo que no quiere es que nosotros ignoremos esa fragilidad o no la reconozcamos, y por otro lado que no tengamos la fortaleza necesaria para levantarnos y seguir adelante con la idea de corregirnos. Ese caminar hacia Dios, hacia el reino que nos tiene preparado, es la mejor respuesta al sacrificio que hizo su Hijo Jesús por nosotros, entregando su vida como forma de perdón y amándonos en extremo para que nosotros hagamos lo mismo con nuestros semejantes.

 

No importa que el trayecto sea corto o largo, porque nuestra vida sea corta o larga, lo que importa es nuestra determinación, nuestro cambio de actitud. Hoy estamos a tiempo de arrepentirnos y cambiar. En este caso, si ya hemos dicho sí al Señor, si ya le hemos  aceptado como nuestro guía, y una muerte prematura o accidental truncara nuestro viaje, no debe importarnos las pocas buenas obras que llevemos en las alforjas, lo más importante es la pureza de nuestro pensamiento y los deseos del corazón. “Arrepentidos los quiere Dios”.

 

Feliz Navidad y Próspero año 2011    

Diego Caballero

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