Lectura diaria de la Biblia

17 de marzo 2019 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: Al finalizar la experiencia maravillosa de la Transfiguración, los discípulos bajaron del monte con ojos y corazón transfigurados por el encuentro con el Señor. Es el recorrido que podemos hacer también nosotros. El redescubrimiento cada vez más vivo de Jesús no es fin en sí mismo, pero nos lleva a bajar del monte, cargados con la fuerza del Espíritu divino, para decidir nuevos pasos de conversión y para testimoniar constantemente la caridad, como ley de vida cotidiana. Transformados por la presencia de Cristo y del ardor de su palabra, seremos signo concreto del amor vivificante de Dios para todos nuestros hermanos, especialmente para quien sufre, para los que se encuentran en soledad y abandono, para los enfermos y para la multitud de hombres y de mujeres, que, en distintas partes del mundo, son humillados por la injusticia, la prepotencia y la violencia. En la Transfiguración se oye la voz del Padre celeste que dice: Este es mi Hijo amado, ¡escuchadlo! (6-8-2017).

Génesis 15, 5-12.17-18: Dios sacó afuera a Abrahán y le dijo: Mira al cielo, y cuenta las estrella si puedes contarlas. Y añadió: Así será tu descendencia. Abrahán creyó al Señor y se le contó como justicia. Después le dijo: Yo soy el Señor que te saqué de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra. Él replicó: Señor Dios, ¿cómo sabré que voy a poseerla?. Respondió el Señor: Tráeme una novilla de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón. Él los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero no descuartizó las aves. Los buitres bajaban a los cadáveres y Abrahán los espantaba. Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrahán y un terror intenso y oscuro cayó sobre él. El sol se puso y vino la oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados. Aquel día el Señor concertó alianza con Abrahán en estos términos: A tu descendencia le daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el Gran Río Éufrates.

Salmo 26, 1.7-9.13-14: El Señor es mi luz y mi salvación.

Filipenses 3, 17-4, 1: Hermanos, sed imitadores míos y fijaos en los que andan según el modelo que tenéis en nosotros. Porque -como os decía muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos- hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es la perdición; su Dios, el vientre; su gloria, sus vergüenzas; sólo aspiran a cosas terrenas. Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo. Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona, manteneos así, en el Señor, queridos.

Lucas 9, 28b-36: Jesús tomó a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto del monte para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió y sus vestidos brillaban de resplandor. De repente dos hombre conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su éxodo, que él iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño; pero se espabilaron y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras estos se alejaban de él, dijo Pedro a Jesús: Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. No sabía lo que decía. Todavía estaba diciendo esto cuando llegó una nube que los cubrió con su sombra. Se llenaron de temor al entrar en la nube. Y una voz desde la nube decía: Este es mi Hijo, el elegido, escuchadlo. Después de oírse la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por aquellos días, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.

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