Lectura diaria de la Biblia

16 de Octubre 2016 – Domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: En el evangelio de hoy Jesús relata una parábola sobre la necesidad de orar siempre, sin cansarnos. La protagonista es una viuda que, a fuerza de suplicar a un juez deshonesto, logra que se le haga justicia en su favor. Y Jesús concluye: si la viuda logró convencer a ese juez, ¿pensáis que Dios no nos escucha a nosotros, si le pedimos con insistencia? La expresión de Jesús es muy fuerte: pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante Él día y noche?. Clamar día y noche a Dios. Nos impresiona esta imagen de la oración. ¿No conoce Él ya nuestras necesidades? En la lucha contra el mal fuera y dentro de nosotros, el Señor no está lejos; nosotros luchamos con Él a nuestro lado, y nuestra arma es precisamente la oración. Hay una lucha que mantener cada día; pero Dios es nuestro aliado, la fe en Él es nuestra fuerza, y la oración es la expresión de esta fe. Por ello Jesús nos asegura la victoria, pero al final se pregunta: Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra? -Lc 18, 8-. Si se apaga la fe, se apaga la oración, y nosotros caminamos en la oscuridad, nos extraviamos en el camino de la vida.

Éxodo 17, 8-13: Amalec vino y atacó a los israelitas en Rafidín. Moisés dijo a Josué: Escoge unos cuantos hombres, haz una salida y ataca a Amalec. Mañana yo estaré en pie en la cima del monte con el bastón maravilloso en la mano. Hizo Josué lo que le decía Moisés y atacó a Amalec: Moisés, Aarón y Jur subieron a la cima del monte. Mientras Moisés tenía en alto la mano, vencía Israel; mientras la tenía bajada, vencía Amalec. Y como le pesaban las manos, sus compañeros tomaron una piedra y se la pusieron debajo para que se sentase; Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado. Así sostuvo en alto las manos hasta la puesta del sol. Josué derrotó a Amalec y a su tropa, a filo de espada.

Salmo 120, 1-8: El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.

2Timoteo 3, 14-4, 2: Permanece en lo que has aprendido y se te ha confiado; sabiendo de quién lo aprendiste, y que desde niño conoces la Sagrada Escritura: ella puede darte la sabiduría que por fe en Cristo Jesús conduce a la salvación. Toda escritura inspirada por Dios es también útil para enseñar, para reprender, para corregir, para educar en la virtud: así el hombre de Dios estará perfectamente equipado para toda obra buena. Ante Dios y ante Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y muertos, te conjuro por su venida en majestad: proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, reprocha, exhorta, con toda comprensión y pedagogía.

Lucas 18, 1-8: Jesús, para explicar a los discípulos como tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: “hazme justicia frente a mi adversario”; por algún tiempo se negó, pero después se dijo: “Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esa viuda me está fastidiando, la haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara”. Y el Señor respondió: Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?, ¿O les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?.

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