Lectura diaria de la Biblia

12 de septiembre 2021 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: En el pasaje evangélico de hoy vuelve la pregunta que atraviesa todo el Evangelio de Marcos: ¿Quién es Jesús? Antes de interpelar directamente a los Doce, Jesús quiere escuchar de ellos que piensa de él la gente: ¿Quién dice la gente que soy yo?. Pero el Señor quiere que sus discípulos de ayer y de hoy establezcan con él una relación personal, y así lo acojan en el centro de sus vidas. Por esto los exhorta a ponerse con toda la verdad ante sí mismos y les pregunta: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?. Jesús, hoy, nos vuelve a dirigir esta pregunta tan directa y confidencial a cada uno de nosotros: ¿Tú quien dices que soy? ¿Quién soy yo para ti?. Puede sucedernos a nosotros lo mismo que le sucedió a Pedro, y afirmar con entusiasmo: Tú eres el Mesías. Cuando Jesús les dice claramente que su misión se cumple no en el amplio camino del triunfo, sino en el arduo sendero del Siervo sufriente, humillado, rechazado y crucificado, entonces puede sucedernos también a nosotros, como a Pedro, y protestar y revelarnos porque eso contrasta con nuestras expectativas mundanas. En esos momentos, también nosotros nos merecemos el reproche de Jesús. Hermanos y hermanas, la profesión de fe en Jesucristo no puede quedarse en palabras, sino que exige una vida marcada por el amor de Dios, una vida grande, con mucho amor al prójimo. Jesús nos dice que, para seguirle, se necesita negarse a uno mismo, es decir, los pretextos del propio orgullo egoísta, y cargar con la cruz (16-9-2018).

Isaías 50, 5-9a: El Señor Dios me abrió el oído; yo no resistí, ni me eché atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no escondí el rostro ante ultrajes y salivazos. El Señor Dios me ayudaba, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado. Mi defensor está cerca, ¿quién pleiteará contra mí? Comparezcamos juntos ¿quién me acusará? Que se me acerque. Mirad, el Señor Dios me ayuda: ¿quién me condenará?

Sal 114, 1-9: Caminaré en presencia del Señor en el país de los vivos.

Santiago 2, 14-18: ¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Podrá acaso salvarlo esa fe? Si un hermano o una hermana andan desnudos y faltos del alimento diario, y uno de vosotros les dice: Id en paz, abrigaos y saciaos, pero no le da lo necesario para el cuerpo: ¿de qué sirve? Así es también la fe: si no tiene obras, está muerta por dentro. Pero alguno dirá: Tú tienes fe y yo tengo obras, muéstrame esa fe tuya sin las obras, y yo con mis obras te mostraré la fe.

Marcos 8, 27-35: Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino preguntó a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que soy yo?. Ellos le contestaron: Unos, Juan Bautista; otros, Elías, y otros, uno de los profetas. Él les preguntó: Y vosotros, ¿quién decís que soy?. Tomando la palabra Pedro le dijo: Tú eres el Mesías. Y les conminó a que no hablaran a nadie acerca de esto. Y empezó a instruirlos: El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días. Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevo aparte y se puso a increparlo. Pero él se volvió, y mirando a los discípulos increpó a Pedro: ¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!. Y llamando a la gente y a sus discípulos les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue así mismo, tome su cruz y me siga. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues ¿de que le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?

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