Lectura diaria de la Biblia

30 de enero 2022 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: Jesús, que acababa de comenzar su vida pública, en el Evangelio de hoy vuelve a Galilea, donde lee el pasaje del profeta Elías y declara: “Hoy se ha cumplido esta escritura que acabáis de oír”. Los oyentes se levantaron indignados y le expulsaron de la ciudad. Estas palabras que Jesús dijo en la sinagoga pueden aplicarse a cualquier tiempo y nos recuerdan que Jesús nos trae la salvación. José, hombre fiel y justo, y María, llena de gracia, fueron valientes y creyeron al Señor, dejando de lado las voces de orgullo y duda humanos.

Jeremías 1, 4-5.17-19: En los días de Josías, recibí esta palabra del Señor: “Antes de formarte en el vientre te escogí, antes de que salieras del seno materno, te consagré; te nombré profeta de los gentiles. Tú cíñete los lomos, ponte en pie y diles lo que yo te mando. No les tengas miedo, que si no, yo te meteré miedo de ellos. Mira: yo te convierto hoy en plaza fuerte, en columna de hierro, en muralla de bronce, frente a todo el país: Frente a los reyes y príncipes de Judá, frente a los sacerdotes y la gente del campo; lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte, oráculo del Señor”

Salmo 70, 1-2.3-4a. 5-6ab. 15ab 17 (R/: cf. 15ab): Mi boca contará tu salvación, Señor.

1Corintios 12, 31-13, 13: Ambicionad los carismas mejores. Y aún os voy a mostrar un camino mejor. Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena a unos platillos que aturden. Ya podría tener el don de predicción y conocer todos los secretos y todo el saber; podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor, no soy nada. Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve. El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites. El amor no pasa nunca. ¿El saber?, se acabará. ¿El don de lenguas?, enmudecerá. ¿El don de predicar?, se acabará. Porque inmaduro es nuestro saber e inmaduro nuestro predicar; pero cuando venga la madurez, lo inmaduro se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre, acabé con las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo de adivinar; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es por ahora inmaduro, entonces podré conocer como Dios me conoce. En una palabra: quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres. La más grande es el amor.

Lucas 4, 21-30: Comenzó Jesús a decir en la sinagoga: “Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír”. Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios. Y decían: ¿No es éste el hijo de José? Y Jesús les dijo: “Sin duda me recitaréis aquel refrán: “Médico, cúrate a ti mismo”: haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún”. Y añadió: “Os aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado más que en Naamán, el sirio. Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

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