Lectura diaria de la Biblia

1 de junio 2020 – lunes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: En los Evangelios cada vez que se habla de María se habla de la “Madre de Jesús”. Aunque en la Anunciación no se dice la palabra “madre”, el contexto es de maternidad: la Madre de Jesús, esta actitud de madre acompaña su obra durante toda la vida de Jesús: Es Madre. Al final, Jesús la da como madre a los suyos, en la persona de Juan: “Yo me voy, pero esta es vuestra Madre”. Las palabras de la Virgen son palabras de madre. Todas: desde las del principio, de disponibilidad a la voluntad de Dios y de alabanza a Dios en el Magnificat, todas las palabras de la Virgen son palabras de madre. Antes, en Nazaret, lo hace crecer, lo cría, lo educa, pero después lo sigue: “He ahí a tu Madre”. Desde el momento de la Anunciación hasta el final, ella es Madre. No se dice “la señora” o “la viuda de José” sino que siempre María “es Madre”. Los padres de la Iglesia han entendido bien esto: la maternidad de María no termina el ella; va más allá. Dicen que María es Madre, la Iglesia es madre y tu alma es madre: hay femenino en la Iglesia, que es maternal. La Iglesia es femenina porque es “iglesia”, “esposa”: es femenina y es madre, da a luz. Los Padres de la Iglesia van más allá y dicen: “También tu alma es esposa de Cristo y madre”. Lo importante es que la Iglesia sea mujer, que tenga esta actitud de esposa y madre. Cuando olvidamos esto, es una Iglesia masculina sin esta dimensión, y tristemente se convierte en una Iglesia de solterones, que viven en este aislamiento, incapaces de amor, incapaces de fecundidad. Curioso es el leguaje de María en los Evangelios: cuando habla al Hijo es para decirle cosas que los demás necesitan; y cuando habla a los demás, es para decirles: “Haced todo lo que Él os diga” (21-5-2018).

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego, dijo al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura dijo: Tengo sed. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: Está cumplido. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquél sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.

Zacarías 2, 10-13; Salmo 1, 13.23-25 . Juan 19, 25-27

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