Lectura diaria de la Biblia

28 de octubre 2018 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: (El ciego le contestó: Maestro, que pueda ver). El pueblo de Dios es un pueblo que no excluye a pobres y desfavorecidos, es más, los incluye. Dice el profeta: “Entre ellos hay ciegos y cojos”. Es una familia de familias, en la cual quien tiene dificultades no se encuentra marginado, dejado atrás, sino que consigue estar al mismo paso que los otros, porque este pueblo camina al paso de los últimos; como se hacen en las familias, y como nos enseña el Señor, que se ha hecho pobre entre los pobres, pequeño con los pequeños, último con los últimos. No lo ha hecho para excluir a los ricos, a los grandes y a los primeros, sino porque este es el único modo de salvarlos también a ellos, para salvar a todos: ir con los pequeños, con los excluidos y con los últimos (25-3-2013).

Jeremías 31, 7-9: Así dice el Señor: Gritad de alegría por Jacob, regocijaos por el mejor de los pueblos; proclamad, alabad y decid: El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel. Mirad que yo os traeré del país del norte, os congregaré de los confines de la tierra. Entre ellos hay ciegos y cojos, preñadas y paridas: una gran multitud retorna. Se marcharon llorando, los guiaré entre consuelos; los llevaré a torrentes de agua, por un camino llano en que no tropezarán. Seré un padre para Israel, Efraín será mi primogénito.

Salmo 125, 1-6: El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

Hebreos 5, 1-6: Todo sumo sacerdote, escogido de entre los hombres, está puesto para representar a los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que también él está sujeto a debilidad. A causa de ella tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como por los del pueblo. Nadie puede arrogarse este honor, sino el que es llamado por Dios, como en el caso de Aarón. Tampoco Cristo se confirió así mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino que la recibió de aquel que le dijo: Tu eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy, o como dice en otro pasaje: Tú eres sacerdote para siempre, según el rito de Melquisedec.

Marcos 10, 46-52: Al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo (el hijo de Timeo) estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí. Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba más: Hijo de David, ten compasión de mí. Jesús se detuvo y dijo: Llamadlo. Llamaron al ciego, diciéndole: Ánimo, levántate, que te llama. Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: ¿Qué quieres que te haga? El ciego le contestó: “Rabbuni”, que vea. Jesús le dijo: Anda, tu fe te ha salvado. Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.

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