Lectura diaria de la Biblia

18 de marzo 2018 – Domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: Jesús usa una imagen sencilla y sugestiva, la del grano de trigo que, al caer en la tierra, muere para dar fruto. En esta imagen encontramos otro aspecto de la cruz de Cristo: el de la fecundidad. La cruz de Cristo es fecunda. La muerte de Jesús, de hecho, es una fuente inagotable de vida nueva, porque lleva en si la fuerza regeneradora del amor de Dios. Inmersos en este amor por el bautismo, los cristianos pueden convertirse en granos de trigo y dar mucho fruto y, al igual que Jesús, pierden la propia vida por amor a Dios y a los hermanos. Por este motivo, aquellos que también hoy quieren ver a Jesús, a los que están en búsqueda del rostro de Dios; a quien recibió una catequesis cuando era pequeño y luego no la profundizó más y quizá ha perdido la fe; a muchos que aún no han encontrado a Jesús personalmente…; a todas estas personas podemos ofrecerles tres cosas: el Evangelio; el crucifijo y el testimonio de nuestra fe, pobre pero sincera (22-3-2015).

Jeremías 31, 31-34: Ya llegan días -oráculo del Señor- en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. No será una alianza como la que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto, pues quebrantaron mi alianza, aunque yo era su Señor, –oráculo del Señor-. Esta será la alianza que haré con ellos, después de aquellos días –oráculo del Señor-. Pondré mi ley en su interior y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Ya no tendrán que enseñarse unos a otros diciendo: Conoced al Señor. Porque todos me conocerán, desde el pequeño al mayor –oráculo del Señor-, cuando perdone su culpa y no recuerde ya sus pecados.

Salmo 50, 3-4.12-19: Oh Dios, crea en mí un corazón puro.

Hebreos 5, 7-9: Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, siendo escuchado por su piedad filial. Y aun siendo Hijo, aprendió sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.

Juan 12, 20-33: Entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: Señor, queremos ver a Jesús. Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó: Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. En verdad, en verdad os digo que, si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama así mismo se pierde y el que se aborrece así mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará. Ahora mi alma está agitada y, ¿qué diré?: “Padre, líbrame de esta hora”. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado y volverá a glorificarlo. La gente que estaba allí y lo oyó, decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel. Jesús tomó la palabra y dijo: Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí. Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.

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