HIMNO A LA CONVERSIÓN de la mano de María


 

Momentos de confusión nos ha tocado vivir.
Gentes de buen corazón no saben por donde ir.
Unos dicen que Pepe, otros dicen que Juan, otros dicen que es Jesús el que anuncia la verdad.
Verdades hay muchas, para cada uno cuarenta, pero la más importante es la que da vida eterna.
¡Verdad! Que misterio encierras para aquellos que no quieren entenderte.
Me refiero a la auténtica verdad. Aquella que aceptan y aclaman los corazones sinceros, los corazones que se despojaron de toda inmundicia, los corazones que dijeron “si” a tu hijo y recibieron la luz.
A nosotros se nos dice: Llamad y se os abrirá; a ti te llamaron y sin dudarlo un instante “al Señor dijiste si”
«Si» que palabra esta tan sencilla a la que los hombres llenamos de misterio. La mayoría hubiéramos dicho: ¿Por qué yo? ¡No entiendo nada! ¡Con lo tranquilo que estoy! ¡No quiero complicaciones! ¡No sabré hacerlo! ¡Esto es ridículo!  Y otras miles de excusas. Tú sin embargo dijiste “Si”
Comprendo que no fue fácil, pues con ello empezó tu calvario, pero… ¿qué mejor calvario que en compañía del Creador?
Qué fe más grande la tuya, reconocer tu fragilidad y ponerte al servicio de nuestro Dios.
Como te envidio Virgen Maria de Piedra Escrita, Madre de mi Señor.
¿Cuando nos haremos como niños si queremos que el Señor se fije en nosotros como niña eras tú cuando se fijó en ti?
¡Que sencillez la tuya Virgen Santa!
A través de tu humildad conseguiste la más hermosa revelación de Dios a los hombres.
Alegraos los humildes, los pobres y sencillos, porque Dios os desvelará los auténticos y verdaderos misterios de la vida cuando llegue su momento. Ahora, aprendamos tu lección, que culminó en ese profundo silencio, viendo como tu hijo moría injustamente en la cruz al lado de unos ladrones.
¡Que dolor debiste sentir!
¡Como pudiste callar viendo lo que hacían con un Santo que además era tu hijo! ¡Cómo te envidio Virgen María de Piedra Escrita!
Cuando lo normal hubiera sido, romper el silencio con desgarros de dolor, no lo hiciste, no quisiste llamar la atención, no quisiste brillar tú. De ahí que hoy tu silencio nos hable y siga hablando a todas las generaciones diciendo:
¡Yo no quise brillar! La luz que debe brillar es la luz de mi hijo¡
Perla preciosa encarnó el Creador en mi seno.
¡Me maravillas Virgen Santa! Yo que andaba en tinieblas, hoy soy testigo de la luz, todas mis faltas quedaron al descubierto y su peso se volvió liviano como una pluma.
No obstante, sigo tropezando, sigo cayendo, mi debilidad es grande, pero ya se que tu Hijo Jesús me acompaña y me ayuda a levantarme.
Amigo peregrino: Si te sientes triste y apesadumbrado y tus dudas y confusión no te dejan ver el camino, no continúes por más tiempo en ese estado, la  luz del Señor Jesús quiere iluminarte a ti también y quiere llevar tu carga.
Aprovecha este momento y dile “si” al Señor Jesús, no esperes a mañana, el ruido del mundo no te dejara oír lo que te dice este silencio de la Virgen en su ermita.
Este encuentro puede ser decisivo. Abre tu corazón a la Santísima Virgen y ella te llevará a su hijo amado, camino, luz, verdad y vida eterna.
Les pido al Señor Jesús y a su Santa Madre, que nos ayuden a todo el pueblo a ser felices y a creer en su nombre.
Si estamos en la oscuridad de la duda, vayamos a la luz de la verdad.
 

DIEGO CABALLERO
ABRIL 1992

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