Depredador depredado

La pesca en el Lago Victoria es una bendición de Dios, 200, 300, 500 toneladas diarias se venden a Europa y a Japón. Aviones que aterrizan y despegan todos los días para cargar y llevar pescado a otros lugares del planeta.

Dicen algunos del lugar: Si no fuera por la Perca del Nilo nos moriríamos de hambre.

Se ve entre los pilotos y los habitantes del poblado un gran contraste, unos tienen un buen sueldo asegurado y a los otros les cuesta llegar al día 10 de cada mes. Las mujeres de la vida merodean los mismos lugares que frecuentan los pilotos y los pescadores en espera de ser elegidas. Lo triste es, que conciente o inconcientemente a través de su abrazo de amor inoculan muerte en su partener (sida). Más de una  sufre las mismas vejaciones que en otras partes del planeta, al parecer todavía vistas como normales: humillaciones, torturas, e incluso muerte, por algún borracho inconsciente.

Cuando se les preguntan a los pilotos sobre la mercancía que traen en las cajas que descargan, no saben nada, es lógico, ellos solo se limitan a pilotar sus aviones.

El ambiente es desolador, se ven varios aviones embarrancados en la tierra incluso en el interior del lago. Se intuye que después de aterrizajes forzosos y haber quedado inutilizados los aviones los dejan abandonados.

Los niños huérfanos viven en la calle, duermen en la calle, son carne de los mayores peligros de la calle, prostitución, alistamiento, drogas, peleas, y sida, entre otros. El día que encuentran abundante comida, termina parte de la misma en el suelo nada más liarse a mamporrazos unos con otros. La vida ahí está muy lejos de ser la tierra prometida, como puede ser en Occidente.

La Perca, el pescado en cuestión, lo trajeron en un cubo, lo echaron en el lago y desde entonces este pez ha acabado con 200 especies que había en el lago. Eso si, como su carne es la mejor, Europa es la mayor depredadora del Lago Victoria y acabará no tardando mucho con este pez asesino. Conozco bien a una persona que lo ha probado pero a partir de ahora dice que vomitaría si lo vuelve a comer. No se siente rey de Occidente, para saborear con deleite filetes de Perca, cuando miles de africanos tienen que pagar mucho para comer los restos que quedan terminado el proceso de aprovechamiento de el pescado en las fabricas instaladas al efecto en la ribera del río, lo más cerca de la pista de aterrizaje.

No se donde está la bendición de Dios.

Para algunos es posible que lo sea, para otros muchos seguirán viviendo en un infierno del que no queremos sacarlos.

Hoy cualquier parte del mundo se siente más cercana, pero dependiendo de que imágenes nos lleguen lo vemos o cambiamos de canal.

Un avión despega, haciendo un ruido infernal y lo veo perderse en el horizonte. La rutina sigue, vuelta a casa, unas horas o días con la familia,  y el pescado llevado para abastecer los mercados de abastos, para volver a llenar estómagos insaciables. 

Ver «La pesadilla de Darwin»

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