Lectura diaria de la Biblia

31 de agosto 2008 – Domingo

 

Jr 20,7-9: Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me forzaste y me pudiste. Yo era el hazmerreír todo el día, todos se burlaban de mí. Siempre que hablo tengo que gritar “Violencia”, y proclamad “Destrucción”. La palabra del Señor se volvió para mí oprobio y desprecio todo el día. Me dije: No me acordaré de él, no hablaré más en su nombre; pero la palabra era en mis entrañas fuego ardiente, encerrado en los huecos; intentaba contenerla, y no podía.

 

Sal 62, 2-6,8-9: Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.

 

Rm 12, 1-2: Os exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto.

 

MATEO 16, 21–27: Empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los senadores, sumos sacerdotes y letrados y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevo a parte y se puso a increparle: ¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte. Jesús se volvió y dijo a Pedro: Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios. Entonces dijo a sus discípulos: El que quiera venirse conmigo que se niegue a si mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar la vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará. ¿De que le sirve al hombre ganar el mundo entero si malogra su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta.  

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