Lectura diaria de la Biblia

27 de julio 2008 – Domingo

 

1R 3, 5.7-12: El Señor se apareció en sueños a Salomón y le dijo: Pídeme lo que quieras. Respondió Salomón: Señor, Dios mío, tú has hecho que tu siervo suceda a David, mi padre, en el trono, aunque yo soy un muchacho y no sé desenvolverme. Tu siervo se encuentra en medio de tu pueblo, un pueblo inmenso, incontable, innumerable. Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo, para discernir el mal del bien, pues ¿Quién sería capaz de gobernar a este pueblo tan numeroso? Al Señor le agradó que Salomón hubiera pedido aquello y Dios le dijo: Por haber pedido esto y no haber pedido para ti vida larga, ni riquezas, ni la vida de tus enemigos, sino que pediste discernimiento para escuchar y gobernar, te cumplo tu petición: te doy un corazón sabio e inteligente como no lo ha habido antes ni lo habrá después de ti.

 

Sal 118, 57.72.76-77.127-130: ¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!

 

Rm 8, 28-30: Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: A los que ha llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.

 

MATEO 13, 44–52: Dijo Jesús a la gente: El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra. El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recogen toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: Saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto? Ellos le contestaron: Si. Él les dijo: Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.   

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