Archivo de agosto de 2008

Lectura diaria de la Biblia

viernes, 22 de agosto de 2008

22 de agosto 2008 – Viernes

       

                                   Amarás al Señor tu Dios y a tu prójimo

                                                             
Los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: Maestro, ¿Cuál es el mandamiento principal de la ley?. Él le dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”. Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Estos dos mandamientos sostienen la ley entera y los profetas.

 

Ez 37, 1-14; Sal 106, 2-9 . Mateo 22, 34-40

Lectura diaria de la Biblia

jueves, 21 de agosto de 2008

21 de agosto 2008 – Jueves

       

                         Muchos son los llamados y pocos los escogidos

                                                             
De nuevo tomó Jesús la palabra y hablo en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: “Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda”. Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a al ciudad. Luego dijo a sus criados: “La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda”. Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: “Amigo, ¿Cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?” El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: “Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes” Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos

 

Ez 36, 23-28; Sal 50, 12-15. 18-19 . Mateo 22, 1-14

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miércoles, 20 de agosto de 2008

20 de agosto 2008 – Miércoles

       

                                                          Los jornaleros de la viña

                                                             
Dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salio a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido. Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: “¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?” Le respondieron: “Nadie nos ha contratado”. Él les dijo: “Id también vosotros a mi viña”. Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: “Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros”. Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: “Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno”. Él replicó a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?” Así, los últimos serán los primeros, y los primeros los últimos.

  
Ez 34, 1-11; Sal 22, 1-6 . Mateo 20, 1-16

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lunes, 18 de agosto de 2008

19 de agosto 2008 – Martes

       

                                 Lo hemos dejado todo y te hemos seguido

                                                             
Dijo Jesús a sus discípulos: Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios. Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: Entonces ¿Quién puede salvarse? Jesús se les quedó mirando y les dijo: Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo. Entonces le dijo Pedro: Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar? Jesús les dijo: Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel. El que por mi deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierra, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros.

  
Ez 28, 1-10; Sal Dt 32, 26-28.30.35-36 . Mateo 19, 23-30

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lunes, 18 de agosto de 2008

18 de agosto 2008 – Lunes

       

                                         Vende lo que tienes y vente conmigo

                                                             
Se acercó uno a Jesús y le preguntó: Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna? Jesús le contestó: ¿Por qué me preguntas que es bueno? Uno solo es bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Él le preguntó: ¿Cuáles? Jesús le contestó: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo. El muchacho le dijo: Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta? Jesús le contestó: Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres –así tendrás un tesoro en el cielo- y luego vente conmigo. Al oír esto, el joven se fue triste porque era rico.

  
Ez 24, 15-24; Sal Dt 32, 18-21 . Mateo 19, 16-22

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domingo, 17 de agosto de 2008

17 de agosto 2008 – Domingo

 

Is 56, 1.6-7: Así dice el Señor: Guardad el derecho, practicad la justicia, que mi salvación está para llegar y se va a revelar mi victoria. A los extranjeros que se han dado al Señor, para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus servidores, que guardan el sábado sin profanarlo y perseveran en mi alianza: los traeré a mi Monte Santo, los alegraré en mi casa de oración; aceptaré sobre mi altar sus holocaustos, porque mi casa es casa de oración y así la llamarán todos los pueblos.

 

Sal 66, 2-3.5-6.8: Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

 

Rm 11, 13-15.29-32: Os digo a vosotros, gentiles: Mientras sea vuestro apóstol, haré honor a mi ministerio, por ver si despierto emulación en los de mi raza y salvo a alguno de ellos. Si su reprobación es reconciliación del mundo, ¿qué será su reintegración sino un volver de la muerte a la vida? Los dones y la llamada de Dios son irrevocables. Vosotros, en otro tiempo, desobedecisteis a Dios; pero ahora, al desobedecer ellos, habéis obtenido misericordia. Así también ellos, que ahora no obedecen, con ocasión de la misericordia obtenida por vosotros, alcanzarán misericordia. Pues Dios nos encerró a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.  

 

MATEO 15, 21–28: Jesús salió y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: Ten compasión de mí, Señor Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo. Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: Atiéndela, que viene detrás gritando. Él les contestó: Solo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel. Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió de rodillas: Señor, socórreme. Él le contestó: No está bien echar a los perros el pan de los hijos. Pero ella repuso: Tienes razón, Señor; pero también los perros comen las migajas que caen de la mesa de los amos. Jesús le respondió: Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas. En aquel momento quedó curada su hija.   

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martes, 12 de agosto de 2008

16 de agosto 2008 – Sábado

       

                                      No impidáis a los niños acercarse a mí

                                                             
Le acercaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y rezara por ellos, pero los discípulos los regañaban. Jesús dijo: Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielos. Les impuso las manos y se marchó de allí

  
Ez 18, 1-10. 13b. 30-32; Sal 50, 12-18 . Mateo 19, 13-15

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lunes, 11 de agosto de 2008

15 de agosto 2008 – Viernes

       

       SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

                                                             
Ap 11, 19a; 12, 1-6a. 10ab: Se abrió en el cielo el santuario de Dios y en su santuario a pareció el arca de la alianza. Después apareció una figura portentosa en el cielo: Una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas. Apareció otra señal en el cielo: Un enorme dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos y siete diademas en las cabezas. Con la cola barrió del cielo un tercio de las estrellas, arrojándolas a la tierra. El dragón estaba enfrente de la mujer que iba a dar a luz dispuesto a tragarse el niño en cuanto naciera. Dio a luz un barón, destinado a gobernar con vara de hierro a los pueblos. Arrebataron al niño y lo llevaron junto al trono de Dios. La mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar reservado por Dios. Se oyó una gran voz en el cielo: Ahora se estableció la salud y el poderío y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo.  

 

Sal 44, 11-12.16: De pie a tu derecha está la reina enjoyada con oro de Ofir.

 

1Co 15, 20-27ª: Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto: Primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza. Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte porque Dios ha sometido todo bajo sus pies.

 

LUCAS 1, 39-56: María se puso en camino y fue a prisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá. María dijo: Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: Su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.    

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lunes, 11 de agosto de 2008

14 de agosto 2008 – Jueves

       

                                                      Perdonar setenta veces siete

                                                             
Se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: Señor, si mi hermano me ofende, ¿Cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces? Jesús le contesta: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: “Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo”. El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: “Págame lo que me debes”. El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: “Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré”. Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: “¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?” Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano. Cuando acabó Jesús estas palabras partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del Jordán

  
Ez 12, 1-12; Sal 77, 56-62 . Mateo 18, 21-19, 1

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lunes, 11 de agosto de 2008

13 de agosto 2008 – Miércoles

       

                                                              La corrección fraterna

                                                             
Dijo Jesús a sus discípulos: Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considérelo como un gentil o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os seguro además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

  
Ez 9, 1-7; 10. 18–22; Sal 112, 1-6 . Mateo 18, 15-20